dilluns, de desembre 20, 2004

UCRANIA: TRANSPARENCIA, CIVISMO Y LIBERTAD

El hecho histórico de repetición de unas elecciones valoradas como fraudulentas, tal y como acontecerá en Ucrania el día 26 de diciembre, ha sido posible por la concurrencia de tres factores referidos a la existencia de observadores internacionales, la actuación seguida por la comunidad internacional y la movilización del pueblo ucraniano.
En dos ocasiones he tenido la posibilidad como observadora internacional de constatar en los días de las votaciones la actitud participativa de los ucranianos, con ganas de tener un proceso limpio conforme a la legalidad vigente y las ganas de ser considerados democráticos y asimilables a los países de referencia. Ir a votar era vivido como un acto de responsabilidad y compromiso con el incipiente -y frágil- orden surgido tras la independencia hace 13 años.
Pudimos percibir con nitidez la conciencia de ciudadanía ante la importancia del momento electoral, su gran disposición a formar parte de los países libres, revelándonos que Ucrania tiene una sociedad viva, dinámica, informada y crítica, impregnada de convicciones y anhelos profundos que pueden ser, y están siendo ahora, pieza fundamental para llevar a buen puerto este complejo proceso.
No obstante, si bien junto a zonas como Kiev y alrededores en las que los comicios fueron básicamente limpios, en las zonas orientales se detectaron numerosas y graves irregularidades que ponían en cuestión la legitimidad de los resultados.
Los dos puntos débiles del sistema: un censo plagado de irregularidades y una lista de votantes creada ex profeso para la elección y la utilización abusiva y fraudulenta de certificados de ausencia. Además, el recuento definitivo de la Junta Electoral no ofreció tampoco garantías suficientes para hablar de unas elecciones transparentes.
La comunidad internacional entendió desde un principio que lo que estaba en juego era algo más que el futuro de Ucrania. No podemos ser indiferentes ante situaciones de injusticia, ausencia de libertad o corrupción generalizada. No podemos dar la espalda a algo que en un mundo tan interrelacionado con sus esferas de influencia, nos puede afectar de una u otra manera.
Es indudable que han concurrido en este caso una lucha de intereses. No se pueden ignorar que algunos países europeos (otros no) y Estados Unidos, apostaron inicialmente por un candidato, Yúshenko como reacción ante el apoyo mucho más abierto y decidido de Rusia a favor del oficialista Yanukovich, con la pretensión de recuperar influencia y recrear lo que antaño fue “el imperio” soviético. Ucrania tiene una potencialidad económica notable siendo además el centro principal de fabricación de armamento de la antigua URSS, algo que Putin conoce bien.
El interés de la UE, en la cual hay que destacar el papel de Javier Solana, ha sido relevante para el propio país. Las denuncias de los observadores internacionales constituyeron la base para la actuación de la UE.
Con todo, me quedo con la actitud del pueblo. Querían ser protagonistas de su propio destino, dueños de su futuro. Y lo hicieron con gran sentido cívico, siendo un gran ejemplo de cómo se pudieron casi mezclar las banderas de unos y otros sin que se produjeran unos actos violentos que hubieran podido causar una confrontación civil.
El pueblo ucraniano ha dado una lección pacífica y de civismo al expresar su ansia de libertad. Ucrania que como nación no tiene apenas historia, ha de responder ahora al reto de encauzar su idealismo como un estilo y una forma de hacer país. El nuevo presidente que gane el día 26, aún con poderes más limitados tras la reciente reforma constitucional, tiene ante sí grandes retos, entre ellos poder ser presidente de todos los ucranianos incluso de los de aquellas zonas en las que no haya sido votado mayoritariamente. No sabemos si la UE está en condiciones de asumir el compromiso de colocar a Ucrania en una lista de espera de incorporación a medio plazo, pero es indudable que hay que demostrarles con hechos que si rompen la senda de la corrupción y se consolidan como una democracia estable, con el buen capital humano de que disponen, van a ser capaces de que otros países libres confíen en ellos y puedan ayudarles a avanzar en prosperidad.

Este viaje fue compartido con el diputado Jesús López-Medel.