dissabte, de gener 15, 2005

APOSTAMOS POR EL TRATADO CONSTITUCIONAL

El próximo 20 de febrero los ciudadanos de este país tenemos el derecho a expresar nuestra opinión sobre el futuro político, social y económico de la Unión Europea. Debemos decidir en referéndum si aceptamos o no el Tratado por el que se establece una Constitución para Europa.
En este sentido no me cabe duda de que esta Constitución incluye muchos avances desde el punto de vista democrático y de transparencia y que en ningún caso supone un retroceso en la integración de Europa, una construcción que va más allá de la construcción económica. El Tratado Constitucional establece unas bases sólidas para una unión política, en la que creo firmemente.
Recientemente hemos asistido a la ampliación a 25 países de la Unión Europea, uno de los mayores retos de estos momentos, por lo que para garantizar el éxito de dicha ampliación es indispensable que los Estados que previamente formábamos parte de la Unión apostemos por el nuevo marco constitucional en un clima de cohesión. Nuestra apuesta firme por esta realidad política ofrecerá confianza a los recién incorporados.
Por otra parte, la nueva Constitución europea también ayudará a la consolidación de Europa como actor principal a nivel internacional. Es imprescindible que Europa tenga un papel mayor y más definido en el marco actual de globalización, sustentado en una base normativa sólida que le dote de legitimidad para poder crear una política exterior y de seguridad comunes y así poder defender la paz y la justicia. Cuanta más Europa tengamos más fuerza tendrán también los valores por los que se ha luchado desde mediados del siglo XX.
A nivel social, el actual proyecto de Constitución europea supone también un avance significativo, ya que incorpora la Carta de Derechos Fundamentales, constitucionalizando de esta manera los derechos sociales de todos los europeos. Así mismo la nueva Constitución reconoce por primera vez el derecho a la plena ocupación y a la economía social de mercado.
Los europeos tenemos ahora la oportunidad de profundizar y avanzar en la construcción de Europa, y es nuestra responsabilidad seguir adelante en este proceso. Las nuevas generaciones que nos hemos ido incorporando en el proceso de decisión no podemos obviar la memoria histórica y es nuestra obligación tener presente el proceso que nos ha llevado a que hoy nosotros podamos decidir si apostamos o no por Europa.
Es cierto que el Tratado constitucional no es del todo satisfactorio y que aún queda trabajo por hacer, pero también es cierto que nuestra vocación europeísta no se puede ver frenada por determinadas insuficiencias en el texto constitucional. Nunca los grandes retos han sido fáciles.
La Constitución europea no es un punto de llegada por lo que nuestra responsabilidad es la de apostar por este paso adelante, con espíritu crítico pero también con ilusión.

Publicado en la Revista del Consejo General de la Abogacía