Fue un auténtico regalo que José Antonio Pérez Tapias me invitara a presentar su libro, ya que en los tiempos que corren es difícil encontrar libros que nos hagan preguntarnos cosas e incluso replantearnos algunas cuestiones. En este sentido quiero felicitar también a la editorial Trotta por el acierto de su publicación.
El libro de José Antonio nos propone una orquilla de reflexión, un espacio para la interrogación que va del Bienestar a la Justicia (¡¡¡¡casi nada!!!!)
Por que digo esto: porque lo más importante de su libro, por lo menos desde mi punto de vista, ha sido que me ha transmitido de forma clara la necesidad que tenemos de repensar la UTOPÍA. Al menos, para aquellos que nos consideramos de izquierdas.
José Antonio no lo dice expresamente en su libro, aunque a lo largo de sus páginas emerge la melodía de fondo que casi como un susurro nos plantea algo que ya los filósofos en la antigüedad denominaban una aporía, y que no es otra que preguntarnos porque no hoy, después de la terrible experiencia del s. XX, porque no sigue siendo posible la utopía.
En este sentido, si admitimos la definición que Paul Ricoeur nos ofrece de la utopía al concebirla como una exploración de lo posible frente a la aceptación de lo dado (pudiendo entender lo dado como la ideología) entonces, no debe de extrañarnos que en el siglo de la globalización y de la sociedad del riesgo sea más imprescindible que nunca un aliento de esperanza y de ilusión, una búsqueda de una posibilidad de justicia en medio de un planeta que en tiempo real nos muestra toda la brutalidad y el dolor en el que se hallan sumidos miles de millones de seres humanos.
¿Tenemos que aceptar como dado el mundo en el que vivimos?
¿Tenemos que aceptar como dada
La injusticia
La intolerancia
El hambre
La marginación
La violencia que marcan el día a día de tanta gente?
Creo que no, creo que los maestros de la sospecha a los que recurre José Antonio para descubrirnos la ambivalencia de la modernidad y de sus consecuencias económicas, sociales y políticas no nos permitirían que tiráramos la toalla.
No lo admitiría el Marx del Manifiesto que nos reveló el estremecimiento que recorrió Europa cuando el pueblo reclamó tras la Revolución de 1848 su derecho a la justicia
Ni tampoco el Nietzsche del Zaratustra legendario que el autor empleó para azotar la violencia silenciosa que imponía la moral de la burguesía.
Si fuéramos fieles a la sinceridad de estos autores que con razón reivindica José Antonio es difícil negarse a admitir que a pesar de los excesos totalitarios a los que condujo una interpretación equivocada de la utopía en el s. XX no siga siendo necesario en esta era del vacío, en este imperio de lo efímero (y tomo estas expresiones de Gilles Lipovetsky) la reivindicación de la utopía.
En este sentido, creo que como bien apunta José Antonio la izquierda puede encontrar un apoyo imaginativo y sensible a su anhelo utópico en la obra de Walter Benjamin. Pero no sólo en realidad para la izquierda, sino también para una sociedad que en muchos sentidos se siente perdida, desorientada, repleta de incertidumbres o con miedos…
En él, en Benjamin, confluye el espíritu crítico y la insatisfacción hacia la injusticia que constituye el corazón de la izquierda.
Una izquierda en la que se entrecruza el legado moderno, científico y racional que sabemos que estaba en el pensamiento de Marx a pesar de sus errores. Pero un pensamiento también en el que la portentosa radicalidad autocrítica y poética de Nietzsche dio sus frutos entrado el s. XX de la mano de la obra de un autor, como Benjamin.
Para terminar sí que querría destacar uno de los elementos más importantes que a mi modo de ver entraña este libro: el plantear desde la abstracción filosófica y no desde la coyuntura de actualidad, desde el Pensamiento en mayúsculas unas bases conceptuales sólidas que refuerzan aún más el sentido último de nuestra acción política. Os recomiendo muy sinceramente la lectura de esta gran obra.
El libro de José Antonio nos propone una orquilla de reflexión, un espacio para la interrogación que va del Bienestar a la Justicia (¡¡¡¡casi nada!!!!)
Por que digo esto: porque lo más importante de su libro, por lo menos desde mi punto de vista, ha sido que me ha transmitido de forma clara la necesidad que tenemos de repensar la UTOPÍA. Al menos, para aquellos que nos consideramos de izquierdas.
José Antonio no lo dice expresamente en su libro, aunque a lo largo de sus páginas emerge la melodía de fondo que casi como un susurro nos plantea algo que ya los filósofos en la antigüedad denominaban una aporía, y que no es otra que preguntarnos porque no hoy, después de la terrible experiencia del s. XX, porque no sigue siendo posible la utopía.
En este sentido, si admitimos la definición que Paul Ricoeur nos ofrece de la utopía al concebirla como una exploración de lo posible frente a la aceptación de lo dado (pudiendo entender lo dado como la ideología) entonces, no debe de extrañarnos que en el siglo de la globalización y de la sociedad del riesgo sea más imprescindible que nunca un aliento de esperanza y de ilusión, una búsqueda de una posibilidad de justicia en medio de un planeta que en tiempo real nos muestra toda la brutalidad y el dolor en el que se hallan sumidos miles de millones de seres humanos.
¿Tenemos que aceptar como dado el mundo en el que vivimos?
¿Tenemos que aceptar como dada
La injusticia
La intolerancia
El hambre
La marginación
La violencia que marcan el día a día de tanta gente?
Creo que no, creo que los maestros de la sospecha a los que recurre José Antonio para descubrirnos la ambivalencia de la modernidad y de sus consecuencias económicas, sociales y políticas no nos permitirían que tiráramos la toalla.
No lo admitiría el Marx del Manifiesto que nos reveló el estremecimiento que recorrió Europa cuando el pueblo reclamó tras la Revolución de 1848 su derecho a la justicia
Ni tampoco el Nietzsche del Zaratustra legendario que el autor empleó para azotar la violencia silenciosa que imponía la moral de la burguesía.
Si fuéramos fieles a la sinceridad de estos autores que con razón reivindica José Antonio es difícil negarse a admitir que a pesar de los excesos totalitarios a los que condujo una interpretación equivocada de la utopía en el s. XX no siga siendo necesario en esta era del vacío, en este imperio de lo efímero (y tomo estas expresiones de Gilles Lipovetsky) la reivindicación de la utopía.
En este sentido, creo que como bien apunta José Antonio la izquierda puede encontrar un apoyo imaginativo y sensible a su anhelo utópico en la obra de Walter Benjamin. Pero no sólo en realidad para la izquierda, sino también para una sociedad que en muchos sentidos se siente perdida, desorientada, repleta de incertidumbres o con miedos…
En él, en Benjamin, confluye el espíritu crítico y la insatisfacción hacia la injusticia que constituye el corazón de la izquierda.
Una izquierda en la que se entrecruza el legado moderno, científico y racional que sabemos que estaba en el pensamiento de Marx a pesar de sus errores. Pero un pensamiento también en el que la portentosa radicalidad autocrítica y poética de Nietzsche dio sus frutos entrado el s. XX de la mano de la obra de un autor, como Benjamin.
Para terminar sí que querría destacar uno de los elementos más importantes que a mi modo de ver entraña este libro: el plantear desde la abstracción filosófica y no desde la coyuntura de actualidad, desde el Pensamiento en mayúsculas unas bases conceptuales sólidas que refuerzan aún más el sentido último de nuestra acción política. Os recomiendo muy sinceramente la lectura de esta gran obra.
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