La Unió neix en un moment extrem, en el que la necessitat de gestionar la complexitat generada per dues guerres mundials i una Europa completament desestructurada cridava noves maneres de veure el món.
Ara som, al meu parer, en un altre moment de complexitat extrema, més diria jo, car no gaudim de la catarsi col·lectiva d’haver passat per les trinxeres. Els elements externs que ens assetgen: canvi climàtic, immigració, crim organitzat, terrorisme,... ens creen una inseguretat i una por que no sabem com controlar, amb el perill de canalitzar-les a través del ressorgiment dels nacionalismes i l’aferrament a la identitat més propera. Si a més hi sumem els elements interns de deriva de la UE amb una paràlisi de la seva construcció (segurament la primera que hi hagut des de la seva creació), confluent una ampliació d’Estats tendres des del punt de vista de la interiorització dels valors compartits i amb una societat instal·lada en el “xovinisme del benestar”, com diria Habermas, l’esperança comença a trontollar del tot.
Volem una Europa forta, no des de la retòrica, sinó per tal que expandeixi els seus valors i tingui una veu més clara i més independent al món ens diu la Comissió Europea. Llibertat, solidaritat, justícia, igualtat i no discriminació, democràcia, drets humans... qui els qüestiona com a conceptes? Ara cal que ens els creiem i, sobretot, que els vivim omplint-los de contingut dia a dia, i que les inseguretats i les incerteses amb les que convivim no ens arrosseguin a noves formes de feixisme. La clau, segurament, estarà en el valor social del deure, no només dels drets: aprendre a limitar-nos i no només exigir l’autolimitació dels altres.
dimecres, de febrer 28, 2007
dimecres, de febrer 14, 2007
ALGUNAS NOTAS SOBRE KOSOVO
Estamos ante uno de los problemas más complejos que tenemos en el escenario internacional. Cualquier tentación de simplificar nos llevará a soluciones parciales, que no resolverán el problema de raíz sino que -como máximo- darán al mismo una salida provisional. Con todo, hay en la comunidad internacional una voluntad inequívoca de resolver el conflicto a través de una fórmula que permita desactivarlo de forma definitiva.
Kosovo está bajo el control de Naciones Unidas (UNMIK) desde 1999 de acuerdo con la resolución 1244. La inversión de la comunidad internacional realizada desde entonces en el territorio supera los 1.6 billones de euros. La vía institucional utilizada por la UE para realizar estas inversiones ha sido la Agencia Europea para la Reconstrucción (EAR).
Desde un punto de vista jurídico Kosovo sigue siendo parte de Serbia. Provincia vinculada a este territorio dentro de la antigua Yugoslavia, tiene para los serbios una especial significación histórica ya que los santuarios religiosos en torno a los que se perfiló en la Edad Media su identidad nacional frente a los turcos se hayan dentro de sus fronteras. Desde la segunda mitad del siglo XIX formó parte del reino serbio, y fue durante el proceso de descomposición de la Yugoslavia post-Tito cuando las tensiones étnicas entre las comunidades albano-kosovar y serbia se activaron de forma violenta por culpa de la política de represión impulsada por el régimen de Milosevic.
El enviado especial de Naciones Unidas, Martti Ahtisaari, fue designado para que tuviera el papel de mediador entre las partes con el fin de encontrar una solución. El 26 de enero de 2007 Ahtisaari, dio a conocer los detalles de su propuesta para un estatus definitivo de la provincia, haciendo entrega del mismo al Grupo de Contacto compuesto por: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. El 2 de febrero presentó la propuesta a las partes (Belgrado y Pristina) y después al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Este borrador de trabajo comenzará un largo camino de negociaciones por lo que es probable que sufra algunas modificaciones antes de ser adoptado de manera definitiva.
El informe, aunque no habla de independencia, establece un importante grado de autonomía, de hecho habla de “soberanía condicional y controlada”. A mi modo de ver en la redacción concreta de algunos puntos se reconoce implícitamente esta independencia.
Los puntos principales del documento de Ahtisaari establecen el despliegue indefinido de fuerzas internacionales que garanticen la seguridad en todo el territorio y el respeto al estado de derecho. Establece, pues, la tutela política de la Unión Europea, así como presencia militar (OTAN).
El informe parte del reconocimiento de Kosovo como una sociedad multiétnica en la que se deberán respetar por encima de cualquier cosa, los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los ciudadanos.
Ejemplos concretos en los que a mi modo de ver el informe da por supuesta la independencia, a corto o mediano plazo, son:
1. La posibilidad de aprobar una Constitución.
2. El establecimiento de mecanismos para garantizar que los que no sean albano-kosovares participen en las instituciones y en la vida pública en general
3. La previsión de la descentralización de Kosovo con especial atención a las demandas o necesidades de los kosovares serbios. En este sentido se prevé la creación de siete municipios serbios con amplia autonomía, fijando medidas para la protección del legado histórico y cultural serbio.
4. Un sistema judicial que además de garantizar la independencia e imparcialidad refleje el carácter multiétnico del territorio
5. La capacidad jurídica para que Kosovo firme acuerdos y pida el ingreso en organismos internacionales.
6. La formación de una fuerza de seguridad profesional de 2.500 hombres con armamento ligero que también deben ser reflejo de la diversidad social del territorio.
Hay, pues, un objetivo principal: establecer las bases para que todas las comunidades que viven en la zona puedan hacerlo dignamente. Hay algunos principios irrenunciables y que marcan las bases sobre las que habrá que construir el futuro: protección a las minorías, reconocimiento de un estado multiétnico y la constitución de un auténtico Estado de Derecho.
Paralelamente, es curioso que hable de la descentralización de Kosovo, con el objetivo de respetar a los kosovares-serbios de la zona y protegerlos. El mismo planteamiento podríamos dar a Kosovo integrándolo en Serbia, tal y como establece, por otro lado, la actual Constitución. Kosovo podría ser una autonomía, con altas cotas de autogobierno, con competencias propias y garantizando, claro está, un absoluto respeto para los albano-kosovares, integrándoles en las instituciones y en la vida pública en general.
Precisamente la proximidad práctica entre las soluciones propuestas por Ahtisaari y la nueva Constitución serbia demuestran que el conflicto está encrespado por el deseo albano-kosovar de independizarse de Serbia. Esta radicalidad no hay que descartarla como fuente posterior de nuevos conflictos ya que la solución aplicada para Kosovo podrían reivindicarla posteriormente los serbios instalados en territorio kosovar, máxime cuando viven concentrados mayoritariamente en algunos enclaves dentro de Kosovo. Por otro lado, no hay que olvidar tampoco que la zona balcánica más próxima puede verse trastornada por una especie de efecto multiplicador de inestabilidad tras la independencia de Kosovo. En este sentido, hay que recordar que la provincia serbia de la Voivodina –al norte de Belgrado y fronteriza con Hungría y Rumanía- aloja importantes comunidades étnicas diferenciadas de la serbia: húngaros, rumanos, alemanes, eslovacos y búlgaros. En parecida situación se encuentran las provincias rumanas de Transilvania (húngaros y alemanes) o el Banat (serbios, eslovacos, húngaros, búlgaros y macedonios).
Por su parte, la comunidad internacional mantiene posiciones enfrentadas sobre la solución definitiva al conflicto. EE. UU, Reino Unido, Suiza y Alemania se han pronunciado de una manera u otra a favor de la independencia. En cambio, Italia, Francia, Rumanía, España y muy especialmente Rusia (aquí podemos sumar al menos a Moldavia) están en contra del reconocimiento del estatus de independencia para Kosovo.
Sea cual sea el status jurídico que resulte finalmente de la solución elegida, lo cierto es que hará falta -tal como apunta Ahtisaari- que la comunidad internacional sea garante efectiva de la misma. Esto hará inevitable su presencia indefinida en la región, presencia que habrá de ser multilateral y dentro de unos cauces eficaces de coordinación y cooperación institucional entre NU, UE, OTAN, OSCE, Consejo de Europa, etc.
Como dato colateral -pero a mi entender no menor-, hay que tener en cuenta que Ahtissari ha sido Presidente de Finlandia. Su nacionalidad condiciona en gran medida la solución que puede aportar. No en balde, Finlandia vivió un proceso de independencia al término de la Primera Guerra Mundial que, si bien no es comparable al que analizamos, sin embargo, se llevó a cabo sobre la base de presupuestos semejantes (salida de una guerra, debilitamiento del gobierno central por una revolución, comunidad étnica y cultural claramente diferenciada de Rusia y que, además, alojaba minorías eslavas al este, laponas al norte y suecas al oeste). De ahí que a los ojos de Ahtisaari, la fórmula de la “independencia” de Kosovo es una salida inmediata al conflicto que no tiene las mismas dificultades que para otros analistas internacionales puede tener el empleo de esta solución.
En cualquier caso, lo que parece cada vez más evidente a la vista de cómo evolucionan los debates sobre Kosovo es que va consolidándose progresivamente un estado de opinión favorable a la independencia. No hace falta más que leer el último Informe del Parlamento Europeo, aún provisional, de 22 de enero de 2007. En él se plantea la imposibilidad de la reintegración de Kosovo en Serbia y el apoyo expreso a su independencia, que durante un período de tiempo deberá estar limitada por la presencia internacional. Con todo, las dificultades respecto de esta solución persisten, añadiendo a lo antes mencionado la que en mi opinión es, en realidad, el principal obstáculo a la independencia: la viabilidad a corto y medio plazo de un Kosovo independiente. No hay que olvidar que el territorio es víctima de la acción de mafias dedicadas al crimen organizado, tráfico de personas y drogas. La situación económica es muy negativa: una sociedad subsidiada, sin crecimiento y con una tasa de paro que supera el 30%. A estos datos hay que añadir otros: debilitamiento institucional, niveles de educación pésimos…
Kosovo está bajo el control de Naciones Unidas (UNMIK) desde 1999 de acuerdo con la resolución 1244. La inversión de la comunidad internacional realizada desde entonces en el territorio supera los 1.6 billones de euros. La vía institucional utilizada por la UE para realizar estas inversiones ha sido la Agencia Europea para la Reconstrucción (EAR).
Desde un punto de vista jurídico Kosovo sigue siendo parte de Serbia. Provincia vinculada a este territorio dentro de la antigua Yugoslavia, tiene para los serbios una especial significación histórica ya que los santuarios religiosos en torno a los que se perfiló en la Edad Media su identidad nacional frente a los turcos se hayan dentro de sus fronteras. Desde la segunda mitad del siglo XIX formó parte del reino serbio, y fue durante el proceso de descomposición de la Yugoslavia post-Tito cuando las tensiones étnicas entre las comunidades albano-kosovar y serbia se activaron de forma violenta por culpa de la política de represión impulsada por el régimen de Milosevic.
El enviado especial de Naciones Unidas, Martti Ahtisaari, fue designado para que tuviera el papel de mediador entre las partes con el fin de encontrar una solución. El 26 de enero de 2007 Ahtisaari, dio a conocer los detalles de su propuesta para un estatus definitivo de la provincia, haciendo entrega del mismo al Grupo de Contacto compuesto por: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia. El 2 de febrero presentó la propuesta a las partes (Belgrado y Pristina) y después al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Este borrador de trabajo comenzará un largo camino de negociaciones por lo que es probable que sufra algunas modificaciones antes de ser adoptado de manera definitiva.
El informe, aunque no habla de independencia, establece un importante grado de autonomía, de hecho habla de “soberanía condicional y controlada”. A mi modo de ver en la redacción concreta de algunos puntos se reconoce implícitamente esta independencia.
Los puntos principales del documento de Ahtisaari establecen el despliegue indefinido de fuerzas internacionales que garanticen la seguridad en todo el territorio y el respeto al estado de derecho. Establece, pues, la tutela política de la Unión Europea, así como presencia militar (OTAN).
El informe parte del reconocimiento de Kosovo como una sociedad multiétnica en la que se deberán respetar por encima de cualquier cosa, los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los ciudadanos.
Ejemplos concretos en los que a mi modo de ver el informe da por supuesta la independencia, a corto o mediano plazo, son:
1. La posibilidad de aprobar una Constitución.
2. El establecimiento de mecanismos para garantizar que los que no sean albano-kosovares participen en las instituciones y en la vida pública en general
3. La previsión de la descentralización de Kosovo con especial atención a las demandas o necesidades de los kosovares serbios. En este sentido se prevé la creación de siete municipios serbios con amplia autonomía, fijando medidas para la protección del legado histórico y cultural serbio.
4. Un sistema judicial que además de garantizar la independencia e imparcialidad refleje el carácter multiétnico del territorio
5. La capacidad jurídica para que Kosovo firme acuerdos y pida el ingreso en organismos internacionales.
6. La formación de una fuerza de seguridad profesional de 2.500 hombres con armamento ligero que también deben ser reflejo de la diversidad social del territorio.
Hay, pues, un objetivo principal: establecer las bases para que todas las comunidades que viven en la zona puedan hacerlo dignamente. Hay algunos principios irrenunciables y que marcan las bases sobre las que habrá que construir el futuro: protección a las minorías, reconocimiento de un estado multiétnico y la constitución de un auténtico Estado de Derecho.
Paralelamente, es curioso que hable de la descentralización de Kosovo, con el objetivo de respetar a los kosovares-serbios de la zona y protegerlos. El mismo planteamiento podríamos dar a Kosovo integrándolo en Serbia, tal y como establece, por otro lado, la actual Constitución. Kosovo podría ser una autonomía, con altas cotas de autogobierno, con competencias propias y garantizando, claro está, un absoluto respeto para los albano-kosovares, integrándoles en las instituciones y en la vida pública en general.
Precisamente la proximidad práctica entre las soluciones propuestas por Ahtisaari y la nueva Constitución serbia demuestran que el conflicto está encrespado por el deseo albano-kosovar de independizarse de Serbia. Esta radicalidad no hay que descartarla como fuente posterior de nuevos conflictos ya que la solución aplicada para Kosovo podrían reivindicarla posteriormente los serbios instalados en territorio kosovar, máxime cuando viven concentrados mayoritariamente en algunos enclaves dentro de Kosovo. Por otro lado, no hay que olvidar tampoco que la zona balcánica más próxima puede verse trastornada por una especie de efecto multiplicador de inestabilidad tras la independencia de Kosovo. En este sentido, hay que recordar que la provincia serbia de la Voivodina –al norte de Belgrado y fronteriza con Hungría y Rumanía- aloja importantes comunidades étnicas diferenciadas de la serbia: húngaros, rumanos, alemanes, eslovacos y búlgaros. En parecida situación se encuentran las provincias rumanas de Transilvania (húngaros y alemanes) o el Banat (serbios, eslovacos, húngaros, búlgaros y macedonios).
Por su parte, la comunidad internacional mantiene posiciones enfrentadas sobre la solución definitiva al conflicto. EE. UU, Reino Unido, Suiza y Alemania se han pronunciado de una manera u otra a favor de la independencia. En cambio, Italia, Francia, Rumanía, España y muy especialmente Rusia (aquí podemos sumar al menos a Moldavia) están en contra del reconocimiento del estatus de independencia para Kosovo.
Sea cual sea el status jurídico que resulte finalmente de la solución elegida, lo cierto es que hará falta -tal como apunta Ahtisaari- que la comunidad internacional sea garante efectiva de la misma. Esto hará inevitable su presencia indefinida en la región, presencia que habrá de ser multilateral y dentro de unos cauces eficaces de coordinación y cooperación institucional entre NU, UE, OTAN, OSCE, Consejo de Europa, etc.
Como dato colateral -pero a mi entender no menor-, hay que tener en cuenta que Ahtissari ha sido Presidente de Finlandia. Su nacionalidad condiciona en gran medida la solución que puede aportar. No en balde, Finlandia vivió un proceso de independencia al término de la Primera Guerra Mundial que, si bien no es comparable al que analizamos, sin embargo, se llevó a cabo sobre la base de presupuestos semejantes (salida de una guerra, debilitamiento del gobierno central por una revolución, comunidad étnica y cultural claramente diferenciada de Rusia y que, además, alojaba minorías eslavas al este, laponas al norte y suecas al oeste). De ahí que a los ojos de Ahtisaari, la fórmula de la “independencia” de Kosovo es una salida inmediata al conflicto que no tiene las mismas dificultades que para otros analistas internacionales puede tener el empleo de esta solución.
En cualquier caso, lo que parece cada vez más evidente a la vista de cómo evolucionan los debates sobre Kosovo es que va consolidándose progresivamente un estado de opinión favorable a la independencia. No hace falta más que leer el último Informe del Parlamento Europeo, aún provisional, de 22 de enero de 2007. En él se plantea la imposibilidad de la reintegración de Kosovo en Serbia y el apoyo expreso a su independencia, que durante un período de tiempo deberá estar limitada por la presencia internacional. Con todo, las dificultades respecto de esta solución persisten, añadiendo a lo antes mencionado la que en mi opinión es, en realidad, el principal obstáculo a la independencia: la viabilidad a corto y medio plazo de un Kosovo independiente. No hay que olvidar que el territorio es víctima de la acción de mafias dedicadas al crimen organizado, tráfico de personas y drogas. La situación económica es muy negativa: una sociedad subsidiada, sin crecimiento y con una tasa de paro que supera el 30%. A estos datos hay que añadir otros: debilitamiento institucional, niveles de educación pésimos…
dimarts, de gener 30, 2007
CUMBRE DE AMIGOS DE LA CONSTITUCIÓN EUROPEA
Es importante que la ciudadanía tenga conocimiento de la Cumbre celebrada en Madrid del 26 de enero en apoyo al Tratado Constitucional, porque ello supone precisamente la otra cara de la moneda, la que no vemos, la que quiere avanzar en Europa, la que no ha perdido la esperanza.
De lo que sí hay conciencia es del parón producido en el proceso de ratificación del Tratado, de hecho, parece que hablamos sólo de los países “euroescépticos” o de los noes explícitos a la Constitución Europea (Francia y Holanda) y es precisamente por esto que me parece fundamental la iniciativa en positivo llevada a cabo por Luxemburgo, país fundador de la Unión y España.
En este sentido quiero hacer hincapié en dos elementos fundamentales que sitúan a España en una situación de preeminencia en el proceso de construcción:
1º que España fuera el primero de los Estados que ratificó el texto mediante referéndum.
2º que junto a Luxemburgo hemos tenido la iniciativa de aunar convicciones y de aportar a la presidencia alemana la visibilidad de la mayoría de los Estados miembros y de la disposición al trabajo en común.
Esta visibilidad de una voluntad clara por parte de 20 Estados miembros (18 que ya han ratificado el Tratado y 2 más que han querido mostrar su apoyo al mismo) en cuanto al fortalecimiento de la Unión Política de Europa me parece que supone una pieza clave en esta coyuntura actual.
La presidencia del Consejo ejercida con determinación por el gobierno alemán marca una dirección a la que esta Cumbre celebrada en Madrid contribuye: a saber, que sin Tratado no hay reconocimiento lo suficientemente preciso de los valores europeos, ni reconocimiento de la doble legitimidad Estado/Ciudadanía, ni un marco que facilite la mayor eficacia de la UE. Como decía la canciller Merkel en un artículo publicado en prensa española “Sólo unidos podemos seguir construyendo Europa”.
Este es, precisamente, el corazón de Europa en el que creemos y por el que muchos trabajamos.
De lo que sí hay conciencia es del parón producido en el proceso de ratificación del Tratado, de hecho, parece que hablamos sólo de los países “euroescépticos” o de los noes explícitos a la Constitución Europea (Francia y Holanda) y es precisamente por esto que me parece fundamental la iniciativa en positivo llevada a cabo por Luxemburgo, país fundador de la Unión y España.
En este sentido quiero hacer hincapié en dos elementos fundamentales que sitúan a España en una situación de preeminencia en el proceso de construcción:
1º que España fuera el primero de los Estados que ratificó el texto mediante referéndum.
2º que junto a Luxemburgo hemos tenido la iniciativa de aunar convicciones y de aportar a la presidencia alemana la visibilidad de la mayoría de los Estados miembros y de la disposición al trabajo en común.
Esta visibilidad de una voluntad clara por parte de 20 Estados miembros (18 que ya han ratificado el Tratado y 2 más que han querido mostrar su apoyo al mismo) en cuanto al fortalecimiento de la Unión Política de Europa me parece que supone una pieza clave en esta coyuntura actual.
La presidencia del Consejo ejercida con determinación por el gobierno alemán marca una dirección a la que esta Cumbre celebrada en Madrid contribuye: a saber, que sin Tratado no hay reconocimiento lo suficientemente preciso de los valores europeos, ni reconocimiento de la doble legitimidad Estado/Ciudadanía, ni un marco que facilite la mayor eficacia de la UE. Como decía la canciller Merkel en un artículo publicado en prensa española “Sólo unidos podemos seguir construyendo Europa”.
Este es, precisamente, el corazón de Europa en el que creemos y por el que muchos trabajamos.
dimecres, de gener 24, 2007
OBSERVACIÓN DE ELECCIONES EN BELGRADO (SERBIA)
Sobre el proceso electoral celebrado en Serbia el día 21 de enero, no hay mucho que objetar, ya que en general la comunidad internacional acordó hacer una valoración positiva sobre su desarrollo. Los observadores internacionales las valoramos como unas elecciones democráticas que cumplieron los estándares internacionales. Hay que añadir también que en Kosovo no se votó. De más de 8000 colegios electorales sólo funcionaron unos 250. Lo mismo pasó en el referéndum sobre la Constitución serbia celebrado los días 28 y 29 de octubre de 2006.
Durante la campaña electoral los partidos políticos serbios no se han centrado en el tema de Kosovo, aunque todos defienden que Kosovo es parte de Serbia y que debe continuar siéndolo en el futuro. Así se establece en la Constitución aprobada el otoño pasado, hablando explícitamente de un estatus de autonomía. Tan sólo el Partido Liberal Democrático explicitó durante la campaña que “no se puede perder algo que nunca se ha tenido” refiriéndose así al hecho de que a pesar de no defender la independencia de Kosovo piensan que es la vía más probable.
La pulsión social que se puede percibir en Serbia es que la gente parece resignada a aceptar lo que ya intuyen como inevitable, y es que Kosovo va acabar siendo independiente. Hay una voluntad inequívoca de evitar nuevos conflictos. Los serbios quieren por encima de todo mantener la estabilidad del país y mirar hacia delante, y si para ello tienen que perder parte del territorio actual parece que están dispuestos a aceptarlo. Otra cosa es lo que los partidos políticos y, especialmente, el nuevo gobierno que salga de los últimos comicios electorales, estén dispuestos a asumir una solución que supone en la práctica una nueva fractura de la soberanía territorial de Serbia.
Otra cuestión a tener en cuenta: las minorías en Kosovo. Hay un 90% de albaneses que quieren la independencia, pero hay un 7% de serbios y un 3% de otras minorías (rumanos, macedonios, búlgaros,…) que no la aceptan. Habrá que pensar como encajar su convivencia. Es más, la actitud de esta minoría hasta ahora ha sido la de permanecer fuera de las instituciones y de la vida política, manteniendo además un sistema propio de sanidad y educación.
Desde el punto de vista material hay que tener muy presente la importancia de la situación sobre el terreno. Salvaguardar un clima pacífico de convivencia dentro del territorio serbio, y muy especialmente, en el kosovar mediante el respeto a las minorías y la protección de los derechos fundamentales, etc. puede ayudar a evitar la escisión potencial que se vive. En cualquier caso, más allá de la propuesta concreta que nos marque el camino habrá que garantizar por encima de todo una buena transición, ya que de ello depende el éxito de la propuesta en sí y la viabilidad de la zona. Su futuro está inevitablemente asociado a la Unión Europea.
Durante la campaña electoral los partidos políticos serbios no se han centrado en el tema de Kosovo, aunque todos defienden que Kosovo es parte de Serbia y que debe continuar siéndolo en el futuro. Así se establece en la Constitución aprobada el otoño pasado, hablando explícitamente de un estatus de autonomía. Tan sólo el Partido Liberal Democrático explicitó durante la campaña que “no se puede perder algo que nunca se ha tenido” refiriéndose así al hecho de que a pesar de no defender la independencia de Kosovo piensan que es la vía más probable.
La pulsión social que se puede percibir en Serbia es que la gente parece resignada a aceptar lo que ya intuyen como inevitable, y es que Kosovo va acabar siendo independiente. Hay una voluntad inequívoca de evitar nuevos conflictos. Los serbios quieren por encima de todo mantener la estabilidad del país y mirar hacia delante, y si para ello tienen que perder parte del territorio actual parece que están dispuestos a aceptarlo. Otra cosa es lo que los partidos políticos y, especialmente, el nuevo gobierno que salga de los últimos comicios electorales, estén dispuestos a asumir una solución que supone en la práctica una nueva fractura de la soberanía territorial de Serbia.
Otra cuestión a tener en cuenta: las minorías en Kosovo. Hay un 90% de albaneses que quieren la independencia, pero hay un 7% de serbios y un 3% de otras minorías (rumanos, macedonios, búlgaros,…) que no la aceptan. Habrá que pensar como encajar su convivencia. Es más, la actitud de esta minoría hasta ahora ha sido la de permanecer fuera de las instituciones y de la vida política, manteniendo además un sistema propio de sanidad y educación.
Desde el punto de vista material hay que tener muy presente la importancia de la situación sobre el terreno. Salvaguardar un clima pacífico de convivencia dentro del territorio serbio, y muy especialmente, en el kosovar mediante el respeto a las minorías y la protección de los derechos fundamentales, etc. puede ayudar a evitar la escisión potencial que se vive. En cualquier caso, más allá de la propuesta concreta que nos marque el camino habrá que garantizar por encima de todo una buena transición, ya que de ello depende el éxito de la propuesta en sí y la viabilidad de la zona. Su futuro está inevitablemente asociado a la Unión Europea.
dimecres, de gener 10, 2007
PROGRAMA LEGISLATIVO DE LA COMISIÓN EUROPEA PARA 2007

Lo primero que me gustaría destacar son los 4 grandes objetivos que la Comisión Europea ha establecido para este año:
1. promover la prosperidad de Europa y la modernización de la economía europea haciendo especial hincapié en la energía.
2. la solidaridad, la protección ambiental y el bienestar de los ciudadanos como complemento necesario del crecimiento y el empleo.
3. lograr un alto nivel de seguridad, justicia y protección de los ciudadanos.
4. que Europa disponga de una voz potente e independiente en el mundo.
Me quedo con el último objetivo estratégico. No está mal como declaración de intenciones, pero está claro que si no lo llenamos de contenido con propuestas concretas no significa absolutamente nada. España debe de ser contundente, al menos en dos políticas concretas que deben de pasar a ser políticas comunes de todos los Estados Miembros: política exterior y política de seguridad y defensa.
Respecto a los temas de futuro en los que deberíamos poner especial énfasis, y que están también en la agenda que marca el ejecutivo comunitario, son a mi entender:
1. Cambio climático y medio ambiente: la responsabilidad de los europeos en esta materia me parece paradigmática. Somos los que mejor vivimos, y precisamente por ello, los que más posibilidades tenemos de hacer frente a un reto de esta magnitud. Sólo hay que pensar una cosa: si nos cargamos el mundo desaparece también el resto.
2. Política energética: seguramente uno de los bienes más escasos y del que no somos en absoluto autosuficientes. ¿Lo podemos usar como moneda de cambio y tragar con la vulneración de Derechos Humanos de los países suministradores?
3. Inmigración: el bienestar, la calidad de vida y el respeto a los derechos fundamentales de los individuos deben de ser valores universales, sin fronteras.
Para ello esperemos que funcione la nueva política de vecindad, que pretende atacar los problemas de la pobreza desde su raíz.
Una última reflexión, formal, pero esencial: urge que la legislación europea se dote de mecanismos de transparencia que permita tener la visibilidad suficiente como para que los ciudadanos la perciban. En parte, la legitimidad y la reactivación de la construcción de una Europa unida dependen de ello.
dimecres, de juny 14, 2006
LES LLIÇONS DEL NO
Finalitza la presidència austríaca de la Unió Europea per donar pas a Finlàndia. Podríem dir que en sis mesos de torn austríac hi hagut dos temes que han constituït les prioritats marcades pel canceller Schüssel: la protecció del principi de subsidiarietat, amb una presència més activa dels parlaments nacionals i regionals d’acord amb els dos protocols no aplicables del Tractat Constitucional i, en segon lloc, la sort o dissort del propi Tractat. Nou impuls, reflexió, crisi política a Europa o el futur de la Constitució Europea han estat temes recurrents en tots els debats europeus. En d’altres paraules, els no de França i Holanda han provocat el que tantes vegades vam dir alguns durant la campanya del referèndum: que el no només portaria a la paràlisi, al caos i a la desorientació d’Europa, en cap cas a un avenç pels ciutadans. Doncs ja hi som, justament aquí.
El Tractat Constitucional va ser el producte d’un costós consens que va permetre unificar la posició de 25 Estats amb tota la seva complexitat interna i amb realitats ben diferenciades en els seus sistemes de partits. L’encreuament d’interessos i d’ideologies era total i el gran valor del treball de la Convenció va ser aconseguir un acord, un punt de trobada on tothom va cedir, els que volíem més Europa o una Europa federal, o un reconeixement fort de l’Europa social i política i tots aquells que volien menys Europa i la reducció de competències de la Unió per tal que aquesta fos un mer conglomerat de normes econòmiques i de comerç, però res més.
L’Estatut d’Autonomia de Catalunya també ha estat producte d’un pacte. De fet, d’un doble pacte. Un primer a Catalunya, on certament les forces polítiques catalanes vam elaborar el text que pensàvem que era millor pel nostre país, però alhora sent conscients que el procés d’elaboració de l’Estatut tenia dues fases més fonamentals: l’aprovació a les Corts Generals i el vot de la ciutadania. El segon pacte és el que Catalunya fa amb la resta d’Espanya, de manera que la convivència entre els ciutadans queda garantida. Com diu Hannah Arendt, demanar l’impossible per obtenir el possible no sempre és contraproduent. Demanar l’impossible i quedar-se amb no res, més que contraproduent és de “pataleta” infantil estèril. Els pactes són complexes i intenten sumar i aproximar posicions a priori irreconciliables. No arribar a un acord no és signe de puresa, ni de majors conviccions, sinó més aviat d’intransigència i d’immaduresa. La majoria democràtica actual ha permès més autogovern, més competències i millor comprensió i acollida de la pròpia identitat de Catalunya. No hi ha una altra majoria que permeti quelcom diferent.
Els extrems, com sempre, queden fora. Jo, en canvi, m’estimo més formar part activa de la construcció del futur, encara que no s’adeqüi perfectament als meus desitjos, perquè els desitjos dels altres també han de veure’s reflectits en alguna mesura. L’avenç cap a una Espanya més federal recollit a l’Estatut de Catalunya ha suposat cessió i també ambició.
I és en aquest punt on convé fer-se la pregunta clau: és que en el debat europeu actual s’està proposant canviar la redacció del Tractat en el sentit que defensaven algunes de les formacions polítiques de casa nostra? No. El resultat és que es manté en vigor el Tractat de Niça, sense carta de drets fonamentals, sense reconeixement de drets socials, un Parlament europeu més dèbil i amb menys competències i sense protocols garants del principi de subsidiarietat que permetrien la intervenció dels parlaments regionals en els processos legislatius comunitaris.
En definitiva, el no ens ha portat a la paràlisi a Europa. Ara podem fer el mateix amb l’Estatut de Catalunya, podem exercir de perifèria victimitzada, de català emprenyat, de nen rabiüt i dir que no volem un catàleg de nous drets pels ciutadans, que no volem 50 competències més de les que tenim, que no volem garantir estatutàriament una major inversió de l’Estat a Catalunya o que no volem un millor finançament. Aquesta és veritablement la raó de fons: ens podem quedar amb l’Estatut de 1979, amb una Catalunya també paralitzada, mentre les altres Comunitats Autònomes diuen sí al futur, o bé fer el salt endavant en el nostre autogovern que ens doni els instruments per fer front als reptes que tenim plantejats com a país.
El Tractat Constitucional va ser el producte d’un costós consens que va permetre unificar la posició de 25 Estats amb tota la seva complexitat interna i amb realitats ben diferenciades en els seus sistemes de partits. L’encreuament d’interessos i d’ideologies era total i el gran valor del treball de la Convenció va ser aconseguir un acord, un punt de trobada on tothom va cedir, els que volíem més Europa o una Europa federal, o un reconeixement fort de l’Europa social i política i tots aquells que volien menys Europa i la reducció de competències de la Unió per tal que aquesta fos un mer conglomerat de normes econòmiques i de comerç, però res més.
L’Estatut d’Autonomia de Catalunya també ha estat producte d’un pacte. De fet, d’un doble pacte. Un primer a Catalunya, on certament les forces polítiques catalanes vam elaborar el text que pensàvem que era millor pel nostre país, però alhora sent conscients que el procés d’elaboració de l’Estatut tenia dues fases més fonamentals: l’aprovació a les Corts Generals i el vot de la ciutadania. El segon pacte és el que Catalunya fa amb la resta d’Espanya, de manera que la convivència entre els ciutadans queda garantida. Com diu Hannah Arendt, demanar l’impossible per obtenir el possible no sempre és contraproduent. Demanar l’impossible i quedar-se amb no res, més que contraproduent és de “pataleta” infantil estèril. Els pactes són complexes i intenten sumar i aproximar posicions a priori irreconciliables. No arribar a un acord no és signe de puresa, ni de majors conviccions, sinó més aviat d’intransigència i d’immaduresa. La majoria democràtica actual ha permès més autogovern, més competències i millor comprensió i acollida de la pròpia identitat de Catalunya. No hi ha una altra majoria que permeti quelcom diferent.
Els extrems, com sempre, queden fora. Jo, en canvi, m’estimo més formar part activa de la construcció del futur, encara que no s’adeqüi perfectament als meus desitjos, perquè els desitjos dels altres també han de veure’s reflectits en alguna mesura. L’avenç cap a una Espanya més federal recollit a l’Estatut de Catalunya ha suposat cessió i també ambició.
I és en aquest punt on convé fer-se la pregunta clau: és que en el debat europeu actual s’està proposant canviar la redacció del Tractat en el sentit que defensaven algunes de les formacions polítiques de casa nostra? No. El resultat és que es manté en vigor el Tractat de Niça, sense carta de drets fonamentals, sense reconeixement de drets socials, un Parlament europeu més dèbil i amb menys competències i sense protocols garants del principi de subsidiarietat que permetrien la intervenció dels parlaments regionals en els processos legislatius comunitaris.
En definitiva, el no ens ha portat a la paràlisi a Europa. Ara podem fer el mateix amb l’Estatut de Catalunya, podem exercir de perifèria victimitzada, de català emprenyat, de nen rabiüt i dir que no volem un catàleg de nous drets pels ciutadans, que no volem 50 competències més de les que tenim, que no volem garantir estatutàriament una major inversió de l’Estat a Catalunya o que no volem un millor finançament. Aquesta és veritablement la raó de fons: ens podem quedar amb l’Estatut de 1979, amb una Catalunya també paralitzada, mentre les altres Comunitats Autònomes diuen sí al futur, o bé fer el salt endavant en el nostre autogovern que ens doni els instruments per fer front als reptes que tenim plantejats com a país.
dilluns, de maig 22, 2006
REUNIÓN DE LA CONFERENCIA DE ÓRGANOS ESPECIALIZADOS EN ASUNTOS COMUNITARIOS (COSAC)
El futuro de Europa y el periodo de reflexión ha sido el tema elegido para celebrar la XXXV reunión de la COSAC en Viena. Dentro de las prioridades de la presidencia austriaca encontramos dos temas: por un lado, la aplicación del principio de subsidiariedad dando un mayor protagonismo a los Parlamentos Nacionales en el proceso legislativo comunitario y, por otro lado, el futuro de Europa frente a la parálisis de la entrada en vigor del Tratado Constitucional.
Los dos temas se trataron en Viena. Los distintos Estados participantes expresaron su opinión y tuvieron la oportunidad de exponer sus perspectivas. Podemos destacar que el Canciller Schüssel tuvo una presencia prolongada y activa durante la sesión.
La interconexión entre lo que pasa en Europa y los Parlamentos Nacionales parece que debe ser uno de los elementos prioritarios de ahora en adelante. El diagnóstico de la necesidad de acercar las instituciones europeas a la ciudadanía y conseguir que las políticas europeas sean percibidas como políticas de afectación directa para el bienestar es unánime, de lo contrario, el distanciamiento entre ciudadanos y la construcción europea será imparable.
El principio de subsidiariedad como principio que permite el control por parte de los parlamentos nacionales de la actividad de la Unión debe relacionarse con el concepto de democracia, porque continúa habiendo poca transparencia en el ámbito comunitario.
Al mismo tiempo, a nivel nacional, harían faltan estructuras mejores para europeizar más los temas, creando estructuras de cooperación entre ambos parlamentos. En este sentido me permito sugerir, al margen de lo que en la reunión de la COSAC se trató, la conveniencia de una mayor presencia de comisarios europeos en nuestra cámara, una mejor coordinación con los europarlamentarios o la designación de un representante de las Cortes Generales frente a la Unión, como tienen ya 21 de los 25 Estados miembros.
La revisión por parte de parlamentos nacionales de la adecuación de la normativa comunitaria a sus competencias y el respeto del principio de subsidiariedad —que en ningún caso debe transformarse en un control de oportunidad, cosa que ya pasa actualmente— tiene que tener como consecuencia lo siguiente: y es que una vez realizado el control y aprobada la norma debería ser ejecutada inmediatamente por parte de los parlamentos nacionales o regionales y por parte de los gobiernos de los Estados miembros.
Todos los Estados miembros debemos estar unidos para impulsar el Tratado Constitucional y ese impulso deberá venir necesariamente de los Estados miembros y muy especialmente de los parlamentos nacionales. No hay riesgo ni contradicción entre el fortalecimiento de la Unión Europea y el papel de los parlamentos nacionales. Son éstos precisamente los que deben hablar de Europa y acercarla así a los ciudadanos.
En este sentido, el encuentro de la COSAC concluyó con la adopción de un texto básico en el que todos los Estados llegamos a una posición común. Así, por ejemplo, se le pide al Consejo europeo de 17 de junio de 2006 que adopte una hoja de ruta para el futuro proceso de ratificación.
Los dos temas se trataron en Viena. Los distintos Estados participantes expresaron su opinión y tuvieron la oportunidad de exponer sus perspectivas. Podemos destacar que el Canciller Schüssel tuvo una presencia prolongada y activa durante la sesión.
La interconexión entre lo que pasa en Europa y los Parlamentos Nacionales parece que debe ser uno de los elementos prioritarios de ahora en adelante. El diagnóstico de la necesidad de acercar las instituciones europeas a la ciudadanía y conseguir que las políticas europeas sean percibidas como políticas de afectación directa para el bienestar es unánime, de lo contrario, el distanciamiento entre ciudadanos y la construcción europea será imparable.
El principio de subsidiariedad como principio que permite el control por parte de los parlamentos nacionales de la actividad de la Unión debe relacionarse con el concepto de democracia, porque continúa habiendo poca transparencia en el ámbito comunitario.
Al mismo tiempo, a nivel nacional, harían faltan estructuras mejores para europeizar más los temas, creando estructuras de cooperación entre ambos parlamentos. En este sentido me permito sugerir, al margen de lo que en la reunión de la COSAC se trató, la conveniencia de una mayor presencia de comisarios europeos en nuestra cámara, una mejor coordinación con los europarlamentarios o la designación de un representante de las Cortes Generales frente a la Unión, como tienen ya 21 de los 25 Estados miembros.
La revisión por parte de parlamentos nacionales de la adecuación de la normativa comunitaria a sus competencias y el respeto del principio de subsidiariedad —que en ningún caso debe transformarse en un control de oportunidad, cosa que ya pasa actualmente— tiene que tener como consecuencia lo siguiente: y es que una vez realizado el control y aprobada la norma debería ser ejecutada inmediatamente por parte de los parlamentos nacionales o regionales y por parte de los gobiernos de los Estados miembros.
Todos los Estados miembros debemos estar unidos para impulsar el Tratado Constitucional y ese impulso deberá venir necesariamente de los Estados miembros y muy especialmente de los parlamentos nacionales. No hay riesgo ni contradicción entre el fortalecimiento de la Unión Europea y el papel de los parlamentos nacionales. Son éstos precisamente los que deben hablar de Europa y acercarla así a los ciudadanos.
En este sentido, el encuentro de la COSAC concluyó con la adopción de un texto básico en el que todos los Estados llegamos a una posición común. Así, por ejemplo, se le pide al Consejo europeo de 17 de junio de 2006 que adopte una hoja de ruta para el futuro proceso de ratificación.
dilluns, de maig 15, 2006
UN CISTELL DE CIRERES
Comentari del llibre d’ Enric Juliana, La España de los pingüinos
Una visión antibalcánica del porvenir español: la concordia es posible
Al principi va crear Déu el viatge, després el dubte… i la nostàlgia
Theo Angelopoulos director de La mirada de Ulises
La lectura de La España de los pingüinos et transporta a un camp ple de cirerers pel que es passeja collint-ne els fruits més vermells. És un llibre ple de cireres dolces, que quan te l’acabes costa trobar el relat per explicar el rovell de l’ou, però tot seguit t’adones que cal temps per pair, pensar i destil·lar el cistell de suggeriments i reflexions que Enric Juliana t’ha posat al davant com el qui no vol la cosa, entre broma i broma i entre cita i cita. El repàs de temes és intens i l’escriptura àgil i alhora farcida de referències ens deixa a tots un bon sabor. Tan se val compartir o no els diagnòstics, perquè la gran virtut del llibre és la seva textura de suggeriment constant. Per anar fent boca m’agradaria compartir amb vosaltres algunes d’aquestes cireres.
El llibre ens evidencia una realitat rarament formulada, però que per contra explica moltes coses i és que no hi ha “polítics patriotes espanyols”. L’afirmació em fa pensar en aquesta distinció que feia Paul Preston al pròleg del llibre d’Hilari Raguer El general Batet. Franco contra Batet: crónica de una venganza quan ens diu “Las ocasiones en que Batet y Franco entraron en contacto muestran lo mejor y lo peor de la tradición militar española. Plantean el contraste entre aquéllos, como Batet, para quienes España era la totalidad de los españoles, y aquéllos, como Franco, para quienes España era una entidad definida más estrechamente que excluía nacionalistas vascos y catalanes, toda suerte de demócratas, francmasones y miembros de organizaciones de izquierda. En este sentido, Raguer demuestra que el patriotismo de Batet era en definitiva de un valor moral superior al de la versión, mucho más difundida, de Franco.”
Aquesta és una de les tesis més interessants que, al meu parer, exposa el llibre, de la que a més podem anar construint tota la resta com qui tira del fil per tenir el cabdell. Una altra versió o aproximació és la de Julián Marías quan a Consideración de Catalunya assenyala (o adverteix) que “no hay nada más antiespañol que el intento de disminuir la personalidad de Catalunya”. Però no ens equivoquem: Enric Juliana té raó. Aquesta visió d’Espanya, el patriotisme per l’Espanya “real” i “inclusiva”... la figura del pingüí, en definitiva, escasseja. Permeteu-me només introduir un petit matís a la metàfora dels pingüins que se’ns presenta. Crec que no m’equivoco si dic que a Catalunya o al País Basc, principalment, però també a d’altres territoris detectar els pingüins és més fàcil que a d’altres indrets. Aquells que es declarin “espanyols” poden no ser pingüins (no són iugoslaus), són el mateix producte que els “croats” o “serbis” i l’únic que passa és que el nom del “tot” en aquest cas equival al nom de “la part”: “espanyol”. En d’altres paraules, n’hi ha molts que són espanyols a la manera de Franco, no a la manera de Batet.
És clar que del llibre podem desprendre que la “obcecada voluntad de ignorar la realidad española”, com ens diu Juliana parlant amb el brau que penja de la paret es dóna tant per part d’aquells que en la construcció del concepte d’Espanya i la seva defensa en deixa la meitat fora, com dels que redacten un preàmbul com el de l’Estatut que arriba a les Corts Generals: “actuar como si España no existiera” Un bon resum el trobem en boca del toro (com dóna de sí el toro d’en Juliana) quan apunta que “antes de proclamarse víctimas de la agresividad española, admitan ustedes que tampoco son mancos. En menos de dos meses, desde Catalunya se han planteado tres iniciativas que pondrían en tensión a cualquier país europeo (personalment dubto que la primera de les iniciatives fos rebuda de la mateixa manera a un altre país d’Europa). Primera: la conquista del oligopolio energético. Segunda: la modificación de la identidad nacional (eso de la “nación de naciones” sólo fue defendido por un viejo dirigente socialista segoviano, Anselmo Carretero, amigo de Pere Bosch i Gimpera, del que ya no se acuerda nadie). Y tercera: un cambio en la distribución territorial de la riqueza, cuando están a punto de acabarse los fondos europeos. Energía, dinero y sentimientos. No pretenderán que encima les aplaudan.”
Posem l’èmfasi en la diferència entre el patriota i el nacionalista. Les tesis del PSC i del socialisme en general han d’anar, al meu entendre, per aquí, perquè aquest és el nostre marc natural. El nacionalisme és antagònic a la nostre manera d’entendre el món. Una cosa és estimar la terra on vivim i l’altre cosa és contraposar identitats. La psicologia fina de Marcel Proust s’escau en aquest punt quan a Sodoma y Gomorra ens parla de la característica associada a l’ambient clerical “Son unos ambientes de tribus, de congregación y capilla (...) todo mieles para los del clan, todo desdén para los que no lo son” on el dilema no estar en el “ser o no ser” de Hamlet, sinó en el “ser de o no ser de”. Imaginem què passa en una societat clerical i a més nacionalista (les dues grans malalties d’Europa com ens diu Thomas Bernhard). L’exclusió i l’enfrontament. El nacionalisme, l’espanyol i el català, jerarquitza pobles, el republicanisme veu persones.
La dialèctica nacionalista és la que es retroalimenta a banda i banda i segurament la que ens ha conduït on som. Juliana ens parla d’aquest fil conductor i del perill en caure (tot i que el perill és consumat a saber des de fa quan) en aquesta dinàmica. Un fil d’esperança (poc creïble?) és quan l’autor ens presenta la reforma de l’Estatut d’Autonomia de Catalunya com un final d’etapa... ens està parlant de la fi dels nacionalismes? “Si el Estatut es aprobado, Cataluña deberá ofrecer a cambio una mayor implicación política y emocional en la política española: Cataluña deberá sentirse también española; a su manera, pero española”.
Em temo que l’aprovació de l’Estatut no serà la fi dels nacionalismes. Malgrat l’estripada, l’obertura de ferides, el subministrament de sal a les ferides, l’estira i arronsa i els cops de cap contra la realitat, un cop acabat el procés iniciarem de nou una altra ronda de demandes amb els mateixos arguments que fins ara. Però sobre això tornaré cap al final. De fet, no hem estat capaços ni nosaltres mateixos, de trencar amb el llenguatge nacionalista. No hem ofert una alternativa i l’hem assumit com a propi, quan no ho és. La negociació de l’Estatut, de l’augment d’autogovern, de la millora del finançament, no s’ha iniciat en un punt mig, ni s’ha desenvolupat en el nostre camp de joc. Moltes són les raons per pensar que tot plegat era i és necessari, però dubto que ens haguem sabut explicar amb el nostre propi llenguatge.
Parlant amb algun destacat dirigent del Partit Popular, d’aquests que en Juliana ja ens presenta com a persones intel·ligents amb les seves bones construccions intel·lectuals em deien que el que volen els espanyols és llibertat i per això l’opció d’un partit de centre dreta lliberal és l’opció amb la que s’identifiquen i per la que lluiten. I jo dic, ja m’agradaria que els espanyols volguéssim per damunt de tot la llibertat. Lamentablement jo crec que estem més immergits en un ambient de tall leninista de preguntar-nos “llibertat per a què” amb una deriva igualitària. No penso tampoc que això sigui res de nou, crec que forma part de la nostra idiosincràsia pròpia: l’enveja.
A Espanya no se suporta que els altres siguin més. El triomf d’algú porta associat de manera automàtica la crítica de com s’ha aconseguit l’èxit, els mecanismes usats per arribar allà on ets o els defectes de la persona que et fan prendre amb relativitat aquell triomf i que permet igualar-lo amb la resta. Per no parlar del nen que treu bones notes al col·legi: el pilota, el marginat de la classe, l’avorrit... Agafem un cotxe. Es condueix no només de manera agressiva, sinó que podem veure com s’aprofita tot forat per colar-se, però no se suporta que els altres aprofitin els forats i t’avancin, i llavors ja hi som: el clàxon, l’intent de rebassar-lo, la gesticulació i l’adrenalina a 200. Què passa quan apliquem la reflexió als col·lectius territorials, a les Comunitats Autònomes? ... Doncs que acabem en el “café para todos”. Qui té el valor de dir que Catalunya no és com la Rioja? Quins adjectius rebria l’agosarat? Malgrat molts ho pensen en aquests termes. Ara bé, La Rioja o Múrcia o la Comunitat Valenciana no són iguals que Catalunya per voluntat pròpia, sinó pel fet de no acceptar que Catalunya sigui diferent. Ja ni tan sols parlem de més o menys, de millor o pitjor, sinó diferent. Paradigma de tot el que estem dient aquí és la clàusula Camps. La disposició addicional segona, apartat 2 i 3 de l’Estatut de la Comunitat Valenciana ens diu “La Comunitat Valenciana vetllarà perquè el nivell d’autogovern establert en el present Estatut sigui actualitzat en termes d’igualtat amb les altres Comunitats Autònomes. A aquest efecte, qualsevol ampliació de les competències de les CCAA que no estiguin assumides en el present Estatut o no li hagin estat atribuïdes, transferides o delegades a la Comunitat Valenciana amb anterioritat obligarà, en el seu cas, a les institucions d’autogovern legitimades a promoure les corresponents iniciatives per a aquesta actualització.”
“La gran soledad de la persona singular es uno de los signos característicos de nuestro tiempo. La persona singular está cercada, está rodeada por el miedo”. Així ho crec. Comparteixo amb Ernst Jünger que la cerca de la seguretat ens porta a la “societat líquida”. Tothom exigeix quotes de seguretat absolutes, perquè no podem suportar la idea d’incertesa, però a més som incapaços d’enfrontar-nos amb la nostra individualitat. Continuant amb La emboscadura de Jünger “La relación que la emboscadura mantiene con la libertad es más estrecha que la que con ella mantiene cualquier clase de armas; en la emboscadura está viva la originaria voluntad de resistir. De ahí que sólo serán aptos para ella los voluntarios”. La radiografia és clara, només aquells que siguin capaços de conviure en soledat i enfrontar-se amb ells mateixos seran lliures. Per això la immensa majoria la trobem dins d’un col·lectiu-massa, liquats i difosos, això sí, envoltats d’una falsa seguretat.
Hi ha alguna cosa malsana en l’Espanya de les autonomies, ens diu Juliana, precisament per aquesta ànsia igualitària. Catalunya trenca Espanya, però al darrera 16 més sembla que no tenen cap complexa per seguir la mateixa deriva... on ha quedat la defensa d’Espanya? I els pingüins? La dialèctica nacionalista primer i igualitària després impossibilita una aproximació diferent i s’acaba caient en un cercle viciós del que no percebem cap final.
La darrera de les claus importants a la que em vull referir que apunta el llibre de La España de los pingüinos és: cap on va Catalunya? La resposta de l’autor és depèn. “Depende de la evolución futura de la actual fase posnacional de las democracias occidentales; depende del grado de satisfacción que el actual Gobierno español (y los venideros) sepa dar a las reclamaciones de la comunidad más compleja del tablero hispano; de la reacción emocional del resto de España a estas reclamaciones; y de los contradictorios procesos en curso en el interior de la propia sociedad catalana (...) que con intereses diversos e incluso contradictorios hoy se ubica entre el obrero de la Seat y el imaginativo profesor de universidad”.
Juliana planteja una tensió entre variants pessimistes i optimistes amb una clara decantació cap a l’optimisme. Ara bé, si les coordenades que ens presenta per saber cap on evolucionarà Catalunya (altrament dit, els catalans) estan ben exposades, la situació, diria jo, és bastant “desesperada”. És cert que la percepció de l’actual govern espanyol per part dels catalans és bona, de manera que aquesta variant –encara que només sigui conjunturalment– ens seria favorable. Cosa ben diferent passa amb la reacció emocional de la resta dels espanyols. Som en un entorn mundial on el gir cap a un mateix, la revitalització d’allò proper, i mirar-se el melic està a l’alça, com a mecanisme de protecció i seguretat al que ja m’he referit. Quan llegeixo un estudi en el que se’ns diu que el 83% de musulmans només es casarien amb algú de la seva pròpia religió en veiem el símptoma.
Per sota d’aquest corrent de fets i un dia a dia a voltes frustrant, però, persisteix una visió optimista que és producte de combinar dos factors: la pròpia història comú que ha fet que l’Espanya dels pingüins existeixi més enllà de les avinences i desavinences, i per una altra banda, la voluntat, la voluntat del poble.
I com de voluntat, al cap i a la fi, es tracta, Juliana dóna el pas i aposta per l’esperança. Potser perquè creu que l’esperança sempre porta més lluny que la por. Així, sota la pell pessimista, es deixa veure la poteta d’un optimista escèptic. Per això mateix el seu llibre, no se sap molt bé perquè, convenç. El seu estil barroc, el seu permanent anar i venir, acaba assenyalant-nos que el que vol finalment és mostrar per a què veiem. I el que veiem és que el sentit comú i la concòrdia farà definitivament real una Espanya que de vegades s’obstina a negar-se a ella mateixa.
Publicat a la Fundació Rafael Campalans
Una visión antibalcánica del porvenir español: la concordia es posible
Al principi va crear Déu el viatge, després el dubte… i la nostàlgia
Theo Angelopoulos director de La mirada de Ulises
La lectura de La España de los pingüinos et transporta a un camp ple de cirerers pel que es passeja collint-ne els fruits més vermells. És un llibre ple de cireres dolces, que quan te l’acabes costa trobar el relat per explicar el rovell de l’ou, però tot seguit t’adones que cal temps per pair, pensar i destil·lar el cistell de suggeriments i reflexions que Enric Juliana t’ha posat al davant com el qui no vol la cosa, entre broma i broma i entre cita i cita. El repàs de temes és intens i l’escriptura àgil i alhora farcida de referències ens deixa a tots un bon sabor. Tan se val compartir o no els diagnòstics, perquè la gran virtut del llibre és la seva textura de suggeriment constant. Per anar fent boca m’agradaria compartir amb vosaltres algunes d’aquestes cireres.
El llibre ens evidencia una realitat rarament formulada, però que per contra explica moltes coses i és que no hi ha “polítics patriotes espanyols”. L’afirmació em fa pensar en aquesta distinció que feia Paul Preston al pròleg del llibre d’Hilari Raguer El general Batet. Franco contra Batet: crónica de una venganza quan ens diu “Las ocasiones en que Batet y Franco entraron en contacto muestran lo mejor y lo peor de la tradición militar española. Plantean el contraste entre aquéllos, como Batet, para quienes España era la totalidad de los españoles, y aquéllos, como Franco, para quienes España era una entidad definida más estrechamente que excluía nacionalistas vascos y catalanes, toda suerte de demócratas, francmasones y miembros de organizaciones de izquierda. En este sentido, Raguer demuestra que el patriotismo de Batet era en definitiva de un valor moral superior al de la versión, mucho más difundida, de Franco.”
Aquesta és una de les tesis més interessants que, al meu parer, exposa el llibre, de la que a més podem anar construint tota la resta com qui tira del fil per tenir el cabdell. Una altra versió o aproximació és la de Julián Marías quan a Consideración de Catalunya assenyala (o adverteix) que “no hay nada más antiespañol que el intento de disminuir la personalidad de Catalunya”. Però no ens equivoquem: Enric Juliana té raó. Aquesta visió d’Espanya, el patriotisme per l’Espanya “real” i “inclusiva”... la figura del pingüí, en definitiva, escasseja. Permeteu-me només introduir un petit matís a la metàfora dels pingüins que se’ns presenta. Crec que no m’equivoco si dic que a Catalunya o al País Basc, principalment, però també a d’altres territoris detectar els pingüins és més fàcil que a d’altres indrets. Aquells que es declarin “espanyols” poden no ser pingüins (no són iugoslaus), són el mateix producte que els “croats” o “serbis” i l’únic que passa és que el nom del “tot” en aquest cas equival al nom de “la part”: “espanyol”. En d’altres paraules, n’hi ha molts que són espanyols a la manera de Franco, no a la manera de Batet.
És clar que del llibre podem desprendre que la “obcecada voluntad de ignorar la realidad española”, com ens diu Juliana parlant amb el brau que penja de la paret es dóna tant per part d’aquells que en la construcció del concepte d’Espanya i la seva defensa en deixa la meitat fora, com dels que redacten un preàmbul com el de l’Estatut que arriba a les Corts Generals: “actuar como si España no existiera” Un bon resum el trobem en boca del toro (com dóna de sí el toro d’en Juliana) quan apunta que “antes de proclamarse víctimas de la agresividad española, admitan ustedes que tampoco son mancos. En menos de dos meses, desde Catalunya se han planteado tres iniciativas que pondrían en tensión a cualquier país europeo (personalment dubto que la primera de les iniciatives fos rebuda de la mateixa manera a un altre país d’Europa). Primera: la conquista del oligopolio energético. Segunda: la modificación de la identidad nacional (eso de la “nación de naciones” sólo fue defendido por un viejo dirigente socialista segoviano, Anselmo Carretero, amigo de Pere Bosch i Gimpera, del que ya no se acuerda nadie). Y tercera: un cambio en la distribución territorial de la riqueza, cuando están a punto de acabarse los fondos europeos. Energía, dinero y sentimientos. No pretenderán que encima les aplaudan.”
Posem l’èmfasi en la diferència entre el patriota i el nacionalista. Les tesis del PSC i del socialisme en general han d’anar, al meu entendre, per aquí, perquè aquest és el nostre marc natural. El nacionalisme és antagònic a la nostre manera d’entendre el món. Una cosa és estimar la terra on vivim i l’altre cosa és contraposar identitats. La psicologia fina de Marcel Proust s’escau en aquest punt quan a Sodoma y Gomorra ens parla de la característica associada a l’ambient clerical “Son unos ambientes de tribus, de congregación y capilla (...) todo mieles para los del clan, todo desdén para los que no lo son” on el dilema no estar en el “ser o no ser” de Hamlet, sinó en el “ser de o no ser de”. Imaginem què passa en una societat clerical i a més nacionalista (les dues grans malalties d’Europa com ens diu Thomas Bernhard). L’exclusió i l’enfrontament. El nacionalisme, l’espanyol i el català, jerarquitza pobles, el republicanisme veu persones.
La dialèctica nacionalista és la que es retroalimenta a banda i banda i segurament la que ens ha conduït on som. Juliana ens parla d’aquest fil conductor i del perill en caure (tot i que el perill és consumat a saber des de fa quan) en aquesta dinàmica. Un fil d’esperança (poc creïble?) és quan l’autor ens presenta la reforma de l’Estatut d’Autonomia de Catalunya com un final d’etapa... ens està parlant de la fi dels nacionalismes? “Si el Estatut es aprobado, Cataluña deberá ofrecer a cambio una mayor implicación política y emocional en la política española: Cataluña deberá sentirse también española; a su manera, pero española”.
Em temo que l’aprovació de l’Estatut no serà la fi dels nacionalismes. Malgrat l’estripada, l’obertura de ferides, el subministrament de sal a les ferides, l’estira i arronsa i els cops de cap contra la realitat, un cop acabat el procés iniciarem de nou una altra ronda de demandes amb els mateixos arguments que fins ara. Però sobre això tornaré cap al final. De fet, no hem estat capaços ni nosaltres mateixos, de trencar amb el llenguatge nacionalista. No hem ofert una alternativa i l’hem assumit com a propi, quan no ho és. La negociació de l’Estatut, de l’augment d’autogovern, de la millora del finançament, no s’ha iniciat en un punt mig, ni s’ha desenvolupat en el nostre camp de joc. Moltes són les raons per pensar que tot plegat era i és necessari, però dubto que ens haguem sabut explicar amb el nostre propi llenguatge.
Parlant amb algun destacat dirigent del Partit Popular, d’aquests que en Juliana ja ens presenta com a persones intel·ligents amb les seves bones construccions intel·lectuals em deien que el que volen els espanyols és llibertat i per això l’opció d’un partit de centre dreta lliberal és l’opció amb la que s’identifiquen i per la que lluiten. I jo dic, ja m’agradaria que els espanyols volguéssim per damunt de tot la llibertat. Lamentablement jo crec que estem més immergits en un ambient de tall leninista de preguntar-nos “llibertat per a què” amb una deriva igualitària. No penso tampoc que això sigui res de nou, crec que forma part de la nostra idiosincràsia pròpia: l’enveja.
A Espanya no se suporta que els altres siguin més. El triomf d’algú porta associat de manera automàtica la crítica de com s’ha aconseguit l’èxit, els mecanismes usats per arribar allà on ets o els defectes de la persona que et fan prendre amb relativitat aquell triomf i que permet igualar-lo amb la resta. Per no parlar del nen que treu bones notes al col·legi: el pilota, el marginat de la classe, l’avorrit... Agafem un cotxe. Es condueix no només de manera agressiva, sinó que podem veure com s’aprofita tot forat per colar-se, però no se suporta que els altres aprofitin els forats i t’avancin, i llavors ja hi som: el clàxon, l’intent de rebassar-lo, la gesticulació i l’adrenalina a 200. Què passa quan apliquem la reflexió als col·lectius territorials, a les Comunitats Autònomes? ... Doncs que acabem en el “café para todos”. Qui té el valor de dir que Catalunya no és com la Rioja? Quins adjectius rebria l’agosarat? Malgrat molts ho pensen en aquests termes. Ara bé, La Rioja o Múrcia o la Comunitat Valenciana no són iguals que Catalunya per voluntat pròpia, sinó pel fet de no acceptar que Catalunya sigui diferent. Ja ni tan sols parlem de més o menys, de millor o pitjor, sinó diferent. Paradigma de tot el que estem dient aquí és la clàusula Camps. La disposició addicional segona, apartat 2 i 3 de l’Estatut de la Comunitat Valenciana ens diu “La Comunitat Valenciana vetllarà perquè el nivell d’autogovern establert en el present Estatut sigui actualitzat en termes d’igualtat amb les altres Comunitats Autònomes. A aquest efecte, qualsevol ampliació de les competències de les CCAA que no estiguin assumides en el present Estatut o no li hagin estat atribuïdes, transferides o delegades a la Comunitat Valenciana amb anterioritat obligarà, en el seu cas, a les institucions d’autogovern legitimades a promoure les corresponents iniciatives per a aquesta actualització.”
“La gran soledad de la persona singular es uno de los signos característicos de nuestro tiempo. La persona singular está cercada, está rodeada por el miedo”. Així ho crec. Comparteixo amb Ernst Jünger que la cerca de la seguretat ens porta a la “societat líquida”. Tothom exigeix quotes de seguretat absolutes, perquè no podem suportar la idea d’incertesa, però a més som incapaços d’enfrontar-nos amb la nostra individualitat. Continuant amb La emboscadura de Jünger “La relación que la emboscadura mantiene con la libertad es más estrecha que la que con ella mantiene cualquier clase de armas; en la emboscadura está viva la originaria voluntad de resistir. De ahí que sólo serán aptos para ella los voluntarios”. La radiografia és clara, només aquells que siguin capaços de conviure en soledat i enfrontar-se amb ells mateixos seran lliures. Per això la immensa majoria la trobem dins d’un col·lectiu-massa, liquats i difosos, això sí, envoltats d’una falsa seguretat.
Hi ha alguna cosa malsana en l’Espanya de les autonomies, ens diu Juliana, precisament per aquesta ànsia igualitària. Catalunya trenca Espanya, però al darrera 16 més sembla que no tenen cap complexa per seguir la mateixa deriva... on ha quedat la defensa d’Espanya? I els pingüins? La dialèctica nacionalista primer i igualitària després impossibilita una aproximació diferent i s’acaba caient en un cercle viciós del que no percebem cap final.
La darrera de les claus importants a la que em vull referir que apunta el llibre de La España de los pingüinos és: cap on va Catalunya? La resposta de l’autor és depèn. “Depende de la evolución futura de la actual fase posnacional de las democracias occidentales; depende del grado de satisfacción que el actual Gobierno español (y los venideros) sepa dar a las reclamaciones de la comunidad más compleja del tablero hispano; de la reacción emocional del resto de España a estas reclamaciones; y de los contradictorios procesos en curso en el interior de la propia sociedad catalana (...) que con intereses diversos e incluso contradictorios hoy se ubica entre el obrero de la Seat y el imaginativo profesor de universidad”.
Juliana planteja una tensió entre variants pessimistes i optimistes amb una clara decantació cap a l’optimisme. Ara bé, si les coordenades que ens presenta per saber cap on evolucionarà Catalunya (altrament dit, els catalans) estan ben exposades, la situació, diria jo, és bastant “desesperada”. És cert que la percepció de l’actual govern espanyol per part dels catalans és bona, de manera que aquesta variant –encara que només sigui conjunturalment– ens seria favorable. Cosa ben diferent passa amb la reacció emocional de la resta dels espanyols. Som en un entorn mundial on el gir cap a un mateix, la revitalització d’allò proper, i mirar-se el melic està a l’alça, com a mecanisme de protecció i seguretat al que ja m’he referit. Quan llegeixo un estudi en el que se’ns diu que el 83% de musulmans només es casarien amb algú de la seva pròpia religió en veiem el símptoma.
Per sota d’aquest corrent de fets i un dia a dia a voltes frustrant, però, persisteix una visió optimista que és producte de combinar dos factors: la pròpia història comú que ha fet que l’Espanya dels pingüins existeixi més enllà de les avinences i desavinences, i per una altra banda, la voluntat, la voluntat del poble.
I com de voluntat, al cap i a la fi, es tracta, Juliana dóna el pas i aposta per l’esperança. Potser perquè creu que l’esperança sempre porta més lluny que la por. Així, sota la pell pessimista, es deixa veure la poteta d’un optimista escèptic. Per això mateix el seu llibre, no se sap molt bé perquè, convenç. El seu estil barroc, el seu permanent anar i venir, acaba assenyalant-nos que el que vol finalment és mostrar per a què veiem. I el que veiem és que el sentit comú i la concòrdia farà definitivament real una Espanya que de vegades s’obstina a negar-se a ella mateixa.
Publicat a la Fundació Rafael Campalans
divendres, de maig 05, 2006
L’EQUADOR DE LA LEGISLATURA
Som en una legislatura de canvis profunds. De canvis apassionants que suposen un avenç en la maduresa de la nostra democràcia que comença a ser no tant jove, en l’Estat del Benestar, senyal d’identitat d’Europa, i en l’augment de les llibertats de la ciutadania.
Hem volgut, com deia, que aquesta legislatura fos de canvis, perquè així ho creiem necessari i perquè aquest era el compromís electoral, però a més perquè com deia el President de la Generalitat “el món és dels atrevits” i els socialistes tenim aquesta responsabilitat, el progressisme i el reformisme formen part de nosaltres i quan governem cal que arrisquem per anar més enllà i per donar salts qualitatius en la vida de tots.
Som a l’equador de la legislatura i malgrat tenir una majoria simple el govern de l’Estat es manté estable i en plena efervescència. Des del punt de vista de l’equilibri i les relacions entre les diferents forces polítiques també vull començar apuntant una reflexió. Som en una legislatura on el consens amb el PP és impossible i només els propers resultats electorals faran factible un altre escenari. Ara bé, més enllà de la confrontació i la tensió acumulada, i el suposat benefici que rebem amb aquesta radicalitat que els fa perdre tot tipus de legitimitat no ens podem enganyar, aquesta crispació és negativa. Fer política ens exigeix saber el que es diu, on situar els límits i sobretot calcular-ne els efectes. Quan es juga amb el perill és per a tots. L’escenari és negatiu per la convivència ciutadana, però sobretot és negatiu pel país. Hi ha determinats temes que tradicionalment s’han considerat temes d’Estat i que per tant havien de tenir un tractament de consens més enllà del partidisme: política exterior, política de defensa, política antiterrorista, reformes estatutàries i constitucionals, és a dir, model territorial de l’Estat. La desesperació del PP per recuperar el poder i sobretot per salvar a una generació que altrament ho té tot perdut ens acaba transmetent una angoixa insuportable, una perpètua agressivitat que ho contamina tot, i ha trencat de forma irresponsable el consens en aquests 4 punts cabdals.
En aquest clima l’acció de govern continua endavant. Moltes són les mesures concretes que s’han proposat en forma de projectes de lleis, decrets-llei o reglaments, però jo diria que hi ha quatre grans eixos sobre els que el govern de José Luis Rodríguez Zapatero fonamenta el seu projecte: l’aprofundiment democràtic, l’organització territorial de l’Estat, les polítiques socials i l’extensió de drets civils dels ciutadans i la recerca incansable de la pau i la llibertat.
1. APROFUNDIMENT DE LA DEMOCRÀCIA
Un dels elements principals que encapçalen aquest objectiu ha estat l’actitud de diàleg en tots i cadascun dels àmbits sobre els que alguna política s’ha dut a terme. Hi hagut un apropament del govern a tots els col·lectius afectats per exemple per la llei d’educació, la llei de discapacitats, la llei de promoció de l’autonomia personal i atenció a les persones en situació de dependència, el terrorisme, les reformes estatutàries o les pròpies comunitats autònomes. A més, però, hi hagut un canvi també en les relacions amb les diferents formacions polítiques, amb les que som capaços d’arribar a acords per tirar endavant el que el govern es proposa. En aquest sentit hi hagut una recuperació del Parlament. La revitalització del legislatiu situant-lo en el centre decisori apropa la política als ciutadans. La voluntat del govern de fer del Parlament la columna vertebral de la vida política es mostra dia rera dia amb la presència del President al Senat (mai no hi havia anat fins aquesta legislatura) i amb la intensitat de compareixences de tots els ministres en les seves respectives comissions. El govern es sotmet a un major control per part del legislatiu.
Hi ha tres lleis que en matèria d’aprofundiment democràtic han de tenir un reconeixement explícit, com és, en primer lloc la llei de publicitat i comunicació institucional, que acaba amb la possibilitat que els governs exerceixin l’autobombo i preveu la lleialtat institucional entre administracions. En segon lloc, l’aprovació del Codi de Bon Govern, que estableix austeritat i transparència en l’ús de poder, és a dir, novament una mostra de l’actual govern d’autolimitació, cosa inusual. En tercer lloc, la llei de ràdio i televisió de titularitat estatal per garantir més independència dels mitjans públics i una major qualitat. Entre d’altres mesures concretes preveu que el director serà escollit pel Parlament i no pel govern com fins ara.
2. ORGANITZACIÓ TERRITORIAL DE L’ESTAT
La sensibilitat territorial que ha mostrat el govern socialista i el respecte per les altres institucions de l’Estat, principalment les CCAA, és paradigmàtic: el President del govern ha rebut tots els presidents autonòmics a la Moncloa vàries vegades, ha celebrat dues conferències de Presidents i es preveu una tercera per parlar d’I+D+i, ha establert la participació de Presidents autonòmics en cimeres transfrontereres. Segurament, però, l’acció protagonista ha estat i segueix sent el recolzament dels processos de reforma estatutària. Hi ha una voluntat clara d’integrar territoris, però sobretot d’integrar persones. L’aposta del President del Govern i de tots els socialistes ha estat l’intent d’encaixar els nacionalistes en una Espanya plural, perquè als nacionalistes se’ls retroalimenta amb l’exclusió i l’enfrontament essencialista.
També en aquest apartat referit a la major comprensió de l’organització complexa i diversa d’Espanya per part d’aquest govern vull destacar tres mesures o accions concretes: la participació de les CCAA en qüestions europees; a la delegació del Consell de la Unió Europea s’han incorporat membres de governs autonòmics quan es tractava alguna competència pròpia de les CCAA, l’impuls del reconeixement de la pluralitat lingüística de l’Estat; això es dóna tant a nivell europeu (traducció de la Constitució europea i impuls de reforma del reglament de llengües europeu) com a nivell nacional, el retorn dels papers de la Generalitat.
3. POLÍTICA SOCIAL I EXTENSIÓ DELS DRETS CIVILS DE LA CIUTADANIA
Aquest és el gran tema. No és el més mediàtic, això ja ho sabem, però el llistat de mesures concretes que el govern ha dut a terme, lleis que s’han aprovat o projectes que hi ha en marxa pels propers anys abans de les eleccions és aclaparador. A tall d’exemple deixeu-me citar alguns: han pujat les pensions mínimes un 16’6%, el salari mínim interprofessional també s’ha incrementat i hi ha acord amb els sindicats perquè a final de la legislatura arribi als 600 euros, l’atur ha baixat moltíssim arribant a les quotes més reduïdes en democràcia, hi hagut una aposta per combatre la immigració il·legal a través del reglament de la llei d’estrangeria que ha aconseguit regularitzar més de 600.000 immigrants, la millora del finançament del sistema sanitari de les CCAA, la creació de més habitatges socials...
En matèria educativa s’han abordat dues reformes legislatives bàsiques com és la Llei Orgànica d’Educació, que suposa una aposta per l’escola pública de qualitat per garantir la igualtat d’oportunitats i una aposta per una societat laica com ens indica la Constitució i la Llei Orgànica d’Universitats que està encara en tramitació. En l’àmbit de l’educació també hem de destacar l’augment de beques: s’han incrementat un 10,5% que a més gestionaran les CCAA i l’aposta també per l’increment de L’I+D+i.
Hi ha dues lleis de referència que aprovarem en els propers mesos: la llei de promoció de l’autonomia personal i atenció a les persones en situació de dependència i la llei d’Igualtat entre dona i home.
La llei de promoció de l’autonomia personal i atenció a les persones en situació de dependència preveu fer front a la situació de dependència que ha Espanya 1.200.000 persones pateixen, de les quals 300.000 són a Catalunya. Amb això aconseguirem una vida més amable per a les persones dependents i també per a les seves famílies, principalment per a les dones que tenen cura d’aquesta gent.
Per la seva banda, la llei Orgànica d’Igualtat entre dones i homes vol impulsar autèntics canvis socials reals per aconseguir la igualtat efectiva en l’accés als llocs de treball, en la promoció professional i social. La Constitució ens reconeix la igualtat formal, ara cal donar el salt a la igualtat real. La llei també és una aposta clara per a la conciliació laboral i personal. En aquesta direcció es preveuen permisos de paternitat o la creació de nombroses escoles bressol entre d’altres moltes mesures.
Paral·lelament no ens podem estar d’esmentar totes aquelles iniciatives que han comportat una ampliació de drets. Aquesta ampliació fa que la nostra societat sigui més lliure, més decent en tant que dóna més dignitat als homes i dones i és una millora del benestar i de la vida dels ciutadans. Em refereixo a la llei de violència de gènere, la llei que regula el matrimoni homosexual, la previsió d’abreujament del procediment del divorci o la llei de la llengua de signes per persones sordes, sordmudes i sordcegues.
4. PAU I LLIBERTAT
Amb l’inici de la legislatura s’ha obert una etapa d’esperança pel final de la violència i del terror d’ETA. Molts són els esdeveniments que ho han afavorit: una altra concepció mundial del terrorisme des de l’11-S, un sacseig a casa nostra amb l’11-M, i abandonament de la violència i lliurament de les armes de l’IRA. Afegim a més el reconeixement de l’eficàcia policial des del trencament de la treva l’any 2000 (des de començament de la legislatura hi hagut més de 200 detencions), l’increment de cossos i forces de seguretat per a la lluita antiterrorista en 300 agents, així com la creació de la figura de l’Alt comissionat de suport a les Víctimes. La pau és a tocar de mans i el govern de l’Estat (fos quin fos) no només ha d’afavorir l‘intent, sinó que té l’obligació de fer el possible per aconseguir acabar amb ETA. Ara més que mai la unió entre TOTS els demòcrates és imprescindible per fer front a un procés complexa. Segurament és un dels temes més delicats i on el PP no es pot estar de fer mal.
En conclusió, aquests dos anys de govern socialista han suposat més diàleg i millora de la convivència i relacions entre els partits polítics (excepte el PP que ha volgut quedar exclòs en el maximalisme), amb els col·lectius socials com sindicats, professorat, professionals en general i sobretot amb els diferents territoris que formem part d’aquesta Espanya plural. Tinguem en compte que la creació d’un clima de proximitat i de certa comprensió amb els nacionalistes els neutralitza perquè deixen de tenir raó de ser. Aquests dos anys de govern socialista han estat una aposta per un món més lliure, més digne i més decent: amb més drets civils i més polítiques socials, però també amb una política exterior que ha apostat per la cooperació i la lluita contra la pobresa i l’exclusió amb una proposta d’una Aliança de Civilitzacions per combatre així un dels grans reptes mundials que tenim per endavant.
Publicat a la Revista Endavant.
Hem volgut, com deia, que aquesta legislatura fos de canvis, perquè així ho creiem necessari i perquè aquest era el compromís electoral, però a més perquè com deia el President de la Generalitat “el món és dels atrevits” i els socialistes tenim aquesta responsabilitat, el progressisme i el reformisme formen part de nosaltres i quan governem cal que arrisquem per anar més enllà i per donar salts qualitatius en la vida de tots.
Som a l’equador de la legislatura i malgrat tenir una majoria simple el govern de l’Estat es manté estable i en plena efervescència. Des del punt de vista de l’equilibri i les relacions entre les diferents forces polítiques també vull començar apuntant una reflexió. Som en una legislatura on el consens amb el PP és impossible i només els propers resultats electorals faran factible un altre escenari. Ara bé, més enllà de la confrontació i la tensió acumulada, i el suposat benefici que rebem amb aquesta radicalitat que els fa perdre tot tipus de legitimitat no ens podem enganyar, aquesta crispació és negativa. Fer política ens exigeix saber el que es diu, on situar els límits i sobretot calcular-ne els efectes. Quan es juga amb el perill és per a tots. L’escenari és negatiu per la convivència ciutadana, però sobretot és negatiu pel país. Hi ha determinats temes que tradicionalment s’han considerat temes d’Estat i que per tant havien de tenir un tractament de consens més enllà del partidisme: política exterior, política de defensa, política antiterrorista, reformes estatutàries i constitucionals, és a dir, model territorial de l’Estat. La desesperació del PP per recuperar el poder i sobretot per salvar a una generació que altrament ho té tot perdut ens acaba transmetent una angoixa insuportable, una perpètua agressivitat que ho contamina tot, i ha trencat de forma irresponsable el consens en aquests 4 punts cabdals.
En aquest clima l’acció de govern continua endavant. Moltes són les mesures concretes que s’han proposat en forma de projectes de lleis, decrets-llei o reglaments, però jo diria que hi ha quatre grans eixos sobre els que el govern de José Luis Rodríguez Zapatero fonamenta el seu projecte: l’aprofundiment democràtic, l’organització territorial de l’Estat, les polítiques socials i l’extensió de drets civils dels ciutadans i la recerca incansable de la pau i la llibertat.
1. APROFUNDIMENT DE LA DEMOCRÀCIA
Un dels elements principals que encapçalen aquest objectiu ha estat l’actitud de diàleg en tots i cadascun dels àmbits sobre els que alguna política s’ha dut a terme. Hi hagut un apropament del govern a tots els col·lectius afectats per exemple per la llei d’educació, la llei de discapacitats, la llei de promoció de l’autonomia personal i atenció a les persones en situació de dependència, el terrorisme, les reformes estatutàries o les pròpies comunitats autònomes. A més, però, hi hagut un canvi també en les relacions amb les diferents formacions polítiques, amb les que som capaços d’arribar a acords per tirar endavant el que el govern es proposa. En aquest sentit hi hagut una recuperació del Parlament. La revitalització del legislatiu situant-lo en el centre decisori apropa la política als ciutadans. La voluntat del govern de fer del Parlament la columna vertebral de la vida política es mostra dia rera dia amb la presència del President al Senat (mai no hi havia anat fins aquesta legislatura) i amb la intensitat de compareixences de tots els ministres en les seves respectives comissions. El govern es sotmet a un major control per part del legislatiu.
Hi ha tres lleis que en matèria d’aprofundiment democràtic han de tenir un reconeixement explícit, com és, en primer lloc la llei de publicitat i comunicació institucional, que acaba amb la possibilitat que els governs exerceixin l’autobombo i preveu la lleialtat institucional entre administracions. En segon lloc, l’aprovació del Codi de Bon Govern, que estableix austeritat i transparència en l’ús de poder, és a dir, novament una mostra de l’actual govern d’autolimitació, cosa inusual. En tercer lloc, la llei de ràdio i televisió de titularitat estatal per garantir més independència dels mitjans públics i una major qualitat. Entre d’altres mesures concretes preveu que el director serà escollit pel Parlament i no pel govern com fins ara.
2. ORGANITZACIÓ TERRITORIAL DE L’ESTAT
La sensibilitat territorial que ha mostrat el govern socialista i el respecte per les altres institucions de l’Estat, principalment les CCAA, és paradigmàtic: el President del govern ha rebut tots els presidents autonòmics a la Moncloa vàries vegades, ha celebrat dues conferències de Presidents i es preveu una tercera per parlar d’I+D+i, ha establert la participació de Presidents autonòmics en cimeres transfrontereres. Segurament, però, l’acció protagonista ha estat i segueix sent el recolzament dels processos de reforma estatutària. Hi ha una voluntat clara d’integrar territoris, però sobretot d’integrar persones. L’aposta del President del Govern i de tots els socialistes ha estat l’intent d’encaixar els nacionalistes en una Espanya plural, perquè als nacionalistes se’ls retroalimenta amb l’exclusió i l’enfrontament essencialista.
També en aquest apartat referit a la major comprensió de l’organització complexa i diversa d’Espanya per part d’aquest govern vull destacar tres mesures o accions concretes: la participació de les CCAA en qüestions europees; a la delegació del Consell de la Unió Europea s’han incorporat membres de governs autonòmics quan es tractava alguna competència pròpia de les CCAA, l’impuls del reconeixement de la pluralitat lingüística de l’Estat; això es dóna tant a nivell europeu (traducció de la Constitució europea i impuls de reforma del reglament de llengües europeu) com a nivell nacional, el retorn dels papers de la Generalitat.
3. POLÍTICA SOCIAL I EXTENSIÓ DELS DRETS CIVILS DE LA CIUTADANIA
Aquest és el gran tema. No és el més mediàtic, això ja ho sabem, però el llistat de mesures concretes que el govern ha dut a terme, lleis que s’han aprovat o projectes que hi ha en marxa pels propers anys abans de les eleccions és aclaparador. A tall d’exemple deixeu-me citar alguns: han pujat les pensions mínimes un 16’6%, el salari mínim interprofessional també s’ha incrementat i hi ha acord amb els sindicats perquè a final de la legislatura arribi als 600 euros, l’atur ha baixat moltíssim arribant a les quotes més reduïdes en democràcia, hi hagut una aposta per combatre la immigració il·legal a través del reglament de la llei d’estrangeria que ha aconseguit regularitzar més de 600.000 immigrants, la millora del finançament del sistema sanitari de les CCAA, la creació de més habitatges socials...
En matèria educativa s’han abordat dues reformes legislatives bàsiques com és la Llei Orgànica d’Educació, que suposa una aposta per l’escola pública de qualitat per garantir la igualtat d’oportunitats i una aposta per una societat laica com ens indica la Constitució i la Llei Orgànica d’Universitats que està encara en tramitació. En l’àmbit de l’educació també hem de destacar l’augment de beques: s’han incrementat un 10,5% que a més gestionaran les CCAA i l’aposta també per l’increment de L’I+D+i.
Hi ha dues lleis de referència que aprovarem en els propers mesos: la llei de promoció de l’autonomia personal i atenció a les persones en situació de dependència i la llei d’Igualtat entre dona i home.
La llei de promoció de l’autonomia personal i atenció a les persones en situació de dependència preveu fer front a la situació de dependència que ha Espanya 1.200.000 persones pateixen, de les quals 300.000 són a Catalunya. Amb això aconseguirem una vida més amable per a les persones dependents i també per a les seves famílies, principalment per a les dones que tenen cura d’aquesta gent.
Per la seva banda, la llei Orgànica d’Igualtat entre dones i homes vol impulsar autèntics canvis socials reals per aconseguir la igualtat efectiva en l’accés als llocs de treball, en la promoció professional i social. La Constitució ens reconeix la igualtat formal, ara cal donar el salt a la igualtat real. La llei també és una aposta clara per a la conciliació laboral i personal. En aquesta direcció es preveuen permisos de paternitat o la creació de nombroses escoles bressol entre d’altres moltes mesures.
Paral·lelament no ens podem estar d’esmentar totes aquelles iniciatives que han comportat una ampliació de drets. Aquesta ampliació fa que la nostra societat sigui més lliure, més decent en tant que dóna més dignitat als homes i dones i és una millora del benestar i de la vida dels ciutadans. Em refereixo a la llei de violència de gènere, la llei que regula el matrimoni homosexual, la previsió d’abreujament del procediment del divorci o la llei de la llengua de signes per persones sordes, sordmudes i sordcegues.
4. PAU I LLIBERTAT
Amb l’inici de la legislatura s’ha obert una etapa d’esperança pel final de la violència i del terror d’ETA. Molts són els esdeveniments que ho han afavorit: una altra concepció mundial del terrorisme des de l’11-S, un sacseig a casa nostra amb l’11-M, i abandonament de la violència i lliurament de les armes de l’IRA. Afegim a més el reconeixement de l’eficàcia policial des del trencament de la treva l’any 2000 (des de començament de la legislatura hi hagut més de 200 detencions), l’increment de cossos i forces de seguretat per a la lluita antiterrorista en 300 agents, així com la creació de la figura de l’Alt comissionat de suport a les Víctimes. La pau és a tocar de mans i el govern de l’Estat (fos quin fos) no només ha d’afavorir l‘intent, sinó que té l’obligació de fer el possible per aconseguir acabar amb ETA. Ara més que mai la unió entre TOTS els demòcrates és imprescindible per fer front a un procés complexa. Segurament és un dels temes més delicats i on el PP no es pot estar de fer mal.
En conclusió, aquests dos anys de govern socialista han suposat més diàleg i millora de la convivència i relacions entre els partits polítics (excepte el PP que ha volgut quedar exclòs en el maximalisme), amb els col·lectius socials com sindicats, professorat, professionals en general i sobretot amb els diferents territoris que formem part d’aquesta Espanya plural. Tinguem en compte que la creació d’un clima de proximitat i de certa comprensió amb els nacionalistes els neutralitza perquè deixen de tenir raó de ser. Aquests dos anys de govern socialista han estat una aposta per un món més lliure, més digne i més decent: amb més drets civils i més polítiques socials, però també amb una política exterior que ha apostat per la cooperació i la lluita contra la pobresa i l’exclusió amb una proposta d’una Aliança de Civilitzacions per combatre així un dels grans reptes mundials que tenim per endavant.
Publicat a la Revista Endavant.
L’ESPERANÇA CÍVICA D’EUROPA.
L’ABANS I EL DESPRÉS DE LA CIUTADANIA
De vegades oblidem que la Unió Europea és un centre de poder més, una instància de presa de decisions públiques que repercuteixen en la nostra quotidianitat, de la mateixa manera que ens afecta quan l’Estat o el govern de la Generalitat o el nostre Ajuntament dissenya les prioritats polítiques que ens fan viure millor o no la nostra vida. Conèixer, per tant, aquesta realitat que ens acompanya des de fa ja uns anys i prendre consciència de les repercussions que es deriven de les actuacions que dur a terme la Unió Europea també forma part de la nostra responsabilitat com a ciutadans.
No és objecte d’aquest article el remuntar-nos al perquè “polític” de la construcció de la Unió ─les guerres mundials, els enfrontaments entre països que havien de compartir un continent, els nacionalismes que intentaven imposar el seu propi ordre o la insuportable tensió que feia anys impregnava Europa─ però aquest serà un fil conductor que haurem de reprendre més endavant. De nou, entendre el passat i el perquè s’avança en una direcció determinada enforteix el compromís actual amb tot el procés, alhora que ajuda a dimensionar el seu valor.
La Unió Europea sorgeix i comença el seu funcionament com un engranatge que respon a la pulsació d’uns botons d’una sala de comandaments complexa, que pocs entenen, sota la cuirassa d’estar arribant a acords sobre allò que respon aparentment a una major objectivitat, on l’acord entre els Estats constituïts sembla més fàcil: acords econòmics i de política comercial. La maquinària ha acomplert les expectatives de manteniment de la pau i d’avenç en la integració econòmica, ara cal el més difícil, però el més important, la integració de la ciutadania en un projecte que, sense caure en l’exageració, podria dir que l’ha mantingut al marge. Estarem d’acord que el balanç de la construcció d’Europa és positiu, fins i tot per nosaltres que vam arribar tard, però el mecano dirigit pels tecnòcrates competents ha de passar a ser una realitat viva, dirigida per la pròpia ciutadania.
El concepte de ciutadania a la Unió ja el trobem a l’Acta Única Europea aprovada l’any 1986 però el reconeixement al Tractat pel qual s’instaura una Constitució per a Europa l’eleva a condició d’eix que vertebra el seu articulat. A l’article 1 ja ens diu que la Unió és una Unió d’Estats i de ciutadans. Europa serà el primer intent de construcció d’una realitat meta estatal que en darrera instància tracte de reconvertir a la ciutadania en la superació dels propis estats. El reforçar el valor de la ciutadania és un pas també cap el Federalisme. Com deia Tocqueville els subjectes d’una unió Federal no són els Estats, sinó els ciutadans privats, ciutadans que pertanyen, d’aquesta manera, a dues comunitats. És cert que amb la nova Constitució europea no es configura Europa com un Estat Federal, però les passes van precisament en aquesta direcció. Ja hem apuntat que Europa neix d’un assaig de gestió de la complexitat després d’un model que sobredimensionava el paper de les nacions i que fracassa a través de dues guerres mundials, aspecte, aquest, indiscutible.
DE QUINA CIUTADANIA PARLEM?
La nova Constitució fa un reconeixement més explícit del concepte de ciutadania i li atorga major protagonisme omplint-lo de contingut amb funcions concretes més enllà de la definició formal que ens presenta ja l’article I-10 quan ens diu que “tota persona que tingui la nacionalitat d’un Estat membre posseeix la ciutadania de la Unió, que s’afegeix a la ciutadania nacional sense substituir-la”.
Em permeto aquí fer un símil que em sembla il·lustratiu fent referència a les missions d’observació internacional per tal de certificar que unes eleccions han estat democràtiques. Per aquestes missions hi ha una sèrie de principis fonamentals que s’han de respectar, una espècie de criteris que ens serviran per valorar si el procés electoral s’ha dut a terme dins dels paràmetres democràtics estandaritzats per les organitzacions internacionals legitimades i amb experiència al respecte: igualtat entre els electors, igualtat entre els candidats per accedir a la ciutadania, secret de vot, llibertat d’expressió, llibertat d’associació o altres llibertats i no discriminacions. Però l’element principal del qual no es pot prescindir, i sobre el que de vegades s’acaba parlant poc, és el cos d’electors, el poble, la capacitació del qual és fonamental per l’èxit real del procés. Sense la implicació de la gent, la seva conscienciació del moment històric que viuen i de la importància de la seva participació no es podrà avançar en una autèntica democratització i canvi d’un país ─pensem en el revulsiu que va suposar el moviment ciutadà a Ucraïna o ara més recentment al Líban. El mateix ens hauríem de plantejar amb la Unió Europea.
Segurament la pedra angular que ha d’acompanyar a tota previsió del reconeixement d’una ciutadania, el que li dóna força i entitat, és el reconeixement de drets i llibertats fonamentals associats a la mateixa. En aquest sentit, a totes les constitucions estatals se’ls hi exigeix a mode de contingut bàsic aquesta relació de drets en el seu articulat. En l’àmbit de la Unió per primera vegada s’introdueix en un Tractat constitutiu un catàleg complet i exhaustiu de drets fonamentals (articles del II-61 a II-114) amb força de dret exigible davant dels tribunals, amb força vinculant. També el text té una especial cura en el reconeixement de valors concrets tan importants per Catalunya com és el de la diversitat cultural i lingüística (article II-82 de la Constitució Europea) que emfatitza així, la voluntat clara de la Unió d’integrar i acollir la riquesa cultural que suposa Europa.
A més del paquet de drets i llibertats, però, el nou text constitucional europeu introdueix tota una sèrie de canvis institucionals i en el procediment de presa de decisions que aposten per l’apropament de la maquinària comunitària i dels seus processos a la ciutadania. Pensem en l’establiment de la doble legitimitat Estat-ciutadania per aprovar les lleis europees (article I-34) o l’establiment de la iniciativa legislativa popular tot demanant un milió de signatures. Així mateix, la reducció del dèficit democràtic ve de la mà del fort increment de les competències del Parlament Europeu que podem trobar al llarg de l’articulat i especialment en l’extensió de la codecisió com a procediment legislatiu ordinari i de la major participació dels Parlaments nacionals.
Més enllà del petit repàs de dret positiu que he volgut introduir en aquest escrit, la ciutadania i la seva vinculació-vibrant amb Europa serà efectiva per altres vies molt diferents als articles citats. No vull dir amb això que estiguin absents de valor, ans el contrari, constitueixen una finestra que ens connectarà amb l’essencial.
L’HORITZÓ IL·LUSIONANT: L’EUROPA DELS CIUTADANS
El concepte de ciutadania europea és un concepte que aspira a ser emocional malgrat que s’alimenta d’una estructura de reflexió i d’anàlisi que tracta d’evitar els excessos de sentimentalitzar la vida pública. Precisament l’emoció que ha d’estimular la construcció definitiva d’una ciutadania europea és la d’una ètica deliberativa que s’obra públicament als sentiments dels qui comparteixen amb nosaltres aquest espai de llibertat i justícia que configura Europa. Un espai públic que faci dels ciutadans homes i dones amb voluntat de compromís i participació, capaços de “sentir”, per exemple, el pes polític i el valor ètic que està al darrera de conceptes com la solidaritat o la tolerància.
En aquest sentit, cal evitar que aquestes paraules es converteixin en conceptes buits de contingut. Hem de negar-nos a acceptar que estiguin desproveïts d’aquella emoció que ha d’acompanyar l’exercici de l’acció solidària quan es tracta d’integrar als que han estat situats per la força de les lleis del mercat al marge de la normalitat política, econòmica o social. I el mateix que estem dient per la solidaritat ha d’aplicar-se també a la tolerància o a tants altres conceptes que configuren els nostres valors. Aquí, la importància que la ciutadania es visqui intensament és essencial. No podem oblidar que la xenofòbia o el racisme neix del fet de no haver tallat de soca-rel i amb contundència comportaments socials d’exclusió subtil o grossera de minories religioses o racials que s’han anat establint en el si de les nostres societats. La indignació cívica front aquestes conductes i el desig d’eradicar-les de la “res publica” fa que s’hagi d’aprofundir en els sentiments que ens aproximen a aquells que pateixen aquestes formes de violència. Aquesta és la tradició d’Europa, la nostra pròpia tradició. Aquest aprofundiment no busca altra cosa que mantenir viu el concepte de ciutadania: que sigui un fet; una realitat palpable, que s’exerciti en el dia a dia, atribuint als ciutadans el protagonisme que els correspon com a dipositaris aïllats de la sobirania.
Els valors propis de la nostra societat ─aquesta tradició europea de la que parlava─ poden estar en perill, de fet, des del meu punt de vista, ho estan. El que em deixa més perplexa, però, és que no hi ha temor, és que aquest perill que alimentem gairebé sense adonar-nos no es viu com una amenaça. És per això que em sembla imprescindible començar a dir amb molta claredat que res no és indestructible, tampoc el nostre sistema, el nostre ordre il·lustrat i de benestar. Potser un dels aprenentatges més colpidors que ens ha deixat Stefan Zweig en “El món d’ahir” és aquest: com tot, també el que aparentment és sòlid, exigeix la nostra cura i la nostra atenció si no ho volem veure malmès.
És indubtable que fins ara els ciutadans europeus ens hem sentit bastant aliens a la construcció d’una Europa que sembla haver estat guiada per la mà d’un despotisme il·lustrat benintencionat que ha manipulat els fils del procés amb prudència i moderació, conscient de la seva fragilitat. Tanmateix, la percepció que aquell procés no ha estat compartit amb els ciutadans és evident. Tant que les enquestes d’opinió ho denuncien de manera reiterada. Ara bé, aquí hi ha una corresponsabilitat culpable, o si es prefereix, una concurrència de culpes per utilitzar el llenguatge penal. Ha arribat el moment de realitzar un “mea culpa” per part dels partits polítics.
Si els polítics no afrontem aquesta exigència d’autocrítica estaríem fent que la nova Europa neixi ferida d’arrel, proveïda d’una espècie de pecat original. De fet, l’Europa dels ciutadans que estem construint és un projecte que reivindica intensament l’herència de la Il·lustració, de la seva pulsió crítica i reformadora. Des de la constatació de les nostres pròpies errades podrem fertilitzar el futur amb credibilitat i exemplificació. I els primers que hem de donar el pas som els propis representants dels partits polítics que hem impulsat un procés d’unitat que ha despertat reticències i, perquè negar-ho, passivitat, recel i distància entre molts europeus.
És evident que no s’han acabat de fer bé les coses. S’han posat en marxa campanyes de baixa intensitat, sense massa imaginació i poc propícies al debat i a la confrontació d’opinions. Alhora hem de reconèixer que manquen líders de projecció europea, potser perquè la majoria dels partits descuiden la seva agenda europea i sobredimensionen les necessitats i interessos interns. De fet, són molts els ciutadans que noten a faltar una semàntica política metaestatal que parli dels problemes que pateixen els europeus com a col·lectiu. Ara que tant es parla de globalització caldria utilitzar aquest concepte en una clau europea, reivindicant així una espècie de globalització europea de les mentalitats i les sensibilitats dels partits cap els problemes que impregnen col·lectivament a una comunitat que aspira a ser definitivament política i que engloba, no ho oblidem, a més de quatre-cents milions de ciutadans.
Caldria donar el salt i desposseir-nos de la cura conservadora, retardatària de l’interès nacional i adonar-nos que l’interès general pels polítics ha de ser europeu: la “res publica” és Europa, ja no és només l’Estat. És urgent que creiem en Europa, la lleialtat no es pot quedar a l’Estat, ni a Catalunya, la lleialtat última ha de ser a l’interès general europeu.
Si volem que Europa es prengui seriosament a ella mateixa, haurà de ser una Europa deliberativa, oberta al diàleg i la comunicació fluida entre tots: governants, partits polítics, associacions de tot tipus, institucions i ciutadans. Una Europa cívica que estableixi les seves pròpies coordenades de debat, reflexió i acció entorn els seus propis problemes. Una Europa instal·lada sobre una cultura pròpia que sigui capaç, recuperant paraules del recent llibre de Pedro Cruz Villalón, d’anar més enllà de l’assaig continental d’una Constitució “inèdita” i mobilitzar totes les seves potencialitats de suggerències i vertebració.
Per assolir aquest objectiu caldrà atreure, magnetitzar i seduir. És més, ha de ser capaç de traslladar als qui critiquen democràticament el seu funcionament que les seves objeccions no cauran en un cul de sac, que seran escoltades i que tractaran de ser justament ateses, perquè el model escollit per a la nova Europa dels ciutadans és, abans que qualsevol altra cosa, inclusiu en la seva diversitat dialògica ja que les seves institucions aspiren a ser permeables front el que constitueix un dels eixos fonamentals del seu nou disseny constitucional: el ser un espai públic de ciutadania i, per tant, de contrast i intercanvi crític de posicions sobre com cal desenvolupar progressivament el projecte de convivència.
La forma institucional per anar poc a poc construint sobre allò possible, tal com ens indicava Schuman en la seva declaració de 9 de maig de 1950 ha fet el seu servei, el repte ara és trobar una nova formulació que ens arrossegui cap a una esperança il·lusionant al voltant d’un procés inclusiu que posa el seu accent en el valor de la ciutadania. Per això, Europa es troba ara front una autèntica cruïlla: un repte en el que es juga la seva naturalesa, ja que ha de ser capaç que els ciutadans se sentin part i, sobretot, protagonistes futurs del nou projecte que assaja. Per aconseguir-ho caldrà, com es deia fa un moment, il·lusionar i generar una espècie de mite mobilitzador que convenci als europeus de la importància d’apostar per una Europa que vol convertir-se definitivament en una comunitat política “unida en la diversitat”.
La grandesa d’aquesta aposta és per ella mateixa un revulsiu. Deia el poeta Emerson que “res gran s’ha fet mai sense entusiasme”, i és indubtable que hem de ser capaços de generar aquest entusiasme entre aquells que han de sostenir quotidianament la realització de la nova Europa. Ho fou ja en els seus orígens, quan els Tractats de Roma van mobilitzar els europeus al voltant d’un fi que era aconseguir un espai de pau i prosperitat que fes oblidar l’experiència atroç de les dues guerres mundials viscudes. Citant a Rorty, el fet d’evitar el “dolor i la crueltat” bèl·liques va dur inconscientment als europeus a participar decididament en la construcció inicial de la Unió. Però ara cal reinventar aquest mite i adaptar-lo a l’escenari de l’Europa del segle XXI.
En aquest sentit, hem d’assenyalar que el nostre continent i les seves gents viuen sota les coordenades d’un temps que és presoner d’altres inquietuds i incerteses. L’”aquí i l’ara” d’Europa és un altre. Estem front una realitat pròspera, postindustrial i postmoderna habitada per generacions que els manca memòria històrica, que relativitzen les seves experiències dins d’una cultura de masses que aboca a l’utilitarisme, a l’hedonisme del consum i al conformisme que imposa la seva experiència, dit d’una altra manera, d’”homes sense atributs” musilians que viuen instal·lats en l’angoixa permanent de la recerca de la seva pròpia identitat.
El mal son descrit per Luckás d’un capitalisme comercial triomfant fa difícil la tasca d’il·lusionar més enllà de la insuportable lleugeresa de l’oci que esdevé consum. Tanmateix, la falta de metarelats no ha de provocar la desesperança. Que milions de ciutadans tractin de transcendir l’angoixa d’allò quotidià en petits relats efímers com són el Barça, la moda, un cantant o el burro català no ha de fer-nos llançar la tovallola.
El mite il·lusionant segueix sent possible perquè en les nostres mans està fer d’Europa una utopia mobilitzadora. N’hi hauria prou en localitzar la nostra mirada en el preàmbul de la nova Constitució per comprendre-ho. Aquesta és la nostra responsabilitat justament: edificar una pedagogia, o si es prefereix i per recuperar el vell concepte grec, una “Paideia”, entorn la nova Europa i insuflar, com assenyala Michael Walzer, una energia apassionada que vivifiqui la legitimitat racional de la ciutadania mitjançant una reafirmació de la seva vigència. Hem de fer comprendre als europeus que el seu “statu quo” de ciutadans és una font d’esperança per a tota la Humanitat.
Europa ha de ser un referent exemplar: una pàtria de la ciutadania que posi en positiu la vivència quotidiana escrupolosa de la llibertat, la igualtat, la tolerància, la solidaritat o la pluralitat cultural. Una Europa apassionada per una voluntat enèrgica d’afirmació del seu ésser més profund: el de ser un continent que es reinterpreta a ell mateix. Un continent que malgrat les seves múltiples caigudes, aixeca sempre el vol sense resignació i sense por. Aquesta passió irracional és, en el fons, una passió per la seva raó de ser, per la seva història, per la incombustible fe en ella mateixa.
De fet, aquesta és l’actual cruïlla d’Europa: reafirmar-se com un projecte d’expansió permanent entorn una raó que aspira a convertir-se en vida mitjançant els homes i dones que l’habiten, els seus ciutadans. Un projecte cosmopolita i autocrític que ha de seguir somniant la utopia que fa tant de temps va definir com la seva essència en descriure’s a ella mateixa com un concepte: l’esperança. Potser per això deia María Zambrano que: “por eso hay Historia. Por eso Europa ha sido el lugar más ‘histórico’, más apasionadamente hacedor de historia, de la Historia conocida. Porque nació un día de la revelación de la esperanza más total que se haya conocido, de la esperanza que el hombre no se ha atrevido a confesarse a sí mismo... Europa al descubrir la vida como esperanza, vivió la historia como tragedia, ‘condenada’ a agonizar, a no poder morir; a renacer de sucesivas muertes, pues no se puede retroceder desde la esperanza comprometida. ¡Otra vez a esperar!”.
Publicat a la revista de la Fundació Rafael Campalans
De vegades oblidem que la Unió Europea és un centre de poder més, una instància de presa de decisions públiques que repercuteixen en la nostra quotidianitat, de la mateixa manera que ens afecta quan l’Estat o el govern de la Generalitat o el nostre Ajuntament dissenya les prioritats polítiques que ens fan viure millor o no la nostra vida. Conèixer, per tant, aquesta realitat que ens acompanya des de fa ja uns anys i prendre consciència de les repercussions que es deriven de les actuacions que dur a terme la Unió Europea també forma part de la nostra responsabilitat com a ciutadans.
No és objecte d’aquest article el remuntar-nos al perquè “polític” de la construcció de la Unió ─les guerres mundials, els enfrontaments entre països que havien de compartir un continent, els nacionalismes que intentaven imposar el seu propi ordre o la insuportable tensió que feia anys impregnava Europa─ però aquest serà un fil conductor que haurem de reprendre més endavant. De nou, entendre el passat i el perquè s’avança en una direcció determinada enforteix el compromís actual amb tot el procés, alhora que ajuda a dimensionar el seu valor.
La Unió Europea sorgeix i comença el seu funcionament com un engranatge que respon a la pulsació d’uns botons d’una sala de comandaments complexa, que pocs entenen, sota la cuirassa d’estar arribant a acords sobre allò que respon aparentment a una major objectivitat, on l’acord entre els Estats constituïts sembla més fàcil: acords econòmics i de política comercial. La maquinària ha acomplert les expectatives de manteniment de la pau i d’avenç en la integració econòmica, ara cal el més difícil, però el més important, la integració de la ciutadania en un projecte que, sense caure en l’exageració, podria dir que l’ha mantingut al marge. Estarem d’acord que el balanç de la construcció d’Europa és positiu, fins i tot per nosaltres que vam arribar tard, però el mecano dirigit pels tecnòcrates competents ha de passar a ser una realitat viva, dirigida per la pròpia ciutadania.
El concepte de ciutadania a la Unió ja el trobem a l’Acta Única Europea aprovada l’any 1986 però el reconeixement al Tractat pel qual s’instaura una Constitució per a Europa l’eleva a condició d’eix que vertebra el seu articulat. A l’article 1 ja ens diu que la Unió és una Unió d’Estats i de ciutadans. Europa serà el primer intent de construcció d’una realitat meta estatal que en darrera instància tracte de reconvertir a la ciutadania en la superació dels propis estats. El reforçar el valor de la ciutadania és un pas també cap el Federalisme. Com deia Tocqueville els subjectes d’una unió Federal no són els Estats, sinó els ciutadans privats, ciutadans que pertanyen, d’aquesta manera, a dues comunitats. És cert que amb la nova Constitució europea no es configura Europa com un Estat Federal, però les passes van precisament en aquesta direcció. Ja hem apuntat que Europa neix d’un assaig de gestió de la complexitat després d’un model que sobredimensionava el paper de les nacions i que fracassa a través de dues guerres mundials, aspecte, aquest, indiscutible.
DE QUINA CIUTADANIA PARLEM?
La nova Constitució fa un reconeixement més explícit del concepte de ciutadania i li atorga major protagonisme omplint-lo de contingut amb funcions concretes més enllà de la definició formal que ens presenta ja l’article I-10 quan ens diu que “tota persona que tingui la nacionalitat d’un Estat membre posseeix la ciutadania de la Unió, que s’afegeix a la ciutadania nacional sense substituir-la”.
Em permeto aquí fer un símil que em sembla il·lustratiu fent referència a les missions d’observació internacional per tal de certificar que unes eleccions han estat democràtiques. Per aquestes missions hi ha una sèrie de principis fonamentals que s’han de respectar, una espècie de criteris que ens serviran per valorar si el procés electoral s’ha dut a terme dins dels paràmetres democràtics estandaritzats per les organitzacions internacionals legitimades i amb experiència al respecte: igualtat entre els electors, igualtat entre els candidats per accedir a la ciutadania, secret de vot, llibertat d’expressió, llibertat d’associació o altres llibertats i no discriminacions. Però l’element principal del qual no es pot prescindir, i sobre el que de vegades s’acaba parlant poc, és el cos d’electors, el poble, la capacitació del qual és fonamental per l’èxit real del procés. Sense la implicació de la gent, la seva conscienciació del moment històric que viuen i de la importància de la seva participació no es podrà avançar en una autèntica democratització i canvi d’un país ─pensem en el revulsiu que va suposar el moviment ciutadà a Ucraïna o ara més recentment al Líban. El mateix ens hauríem de plantejar amb la Unió Europea.
Segurament la pedra angular que ha d’acompanyar a tota previsió del reconeixement d’una ciutadania, el que li dóna força i entitat, és el reconeixement de drets i llibertats fonamentals associats a la mateixa. En aquest sentit, a totes les constitucions estatals se’ls hi exigeix a mode de contingut bàsic aquesta relació de drets en el seu articulat. En l’àmbit de la Unió per primera vegada s’introdueix en un Tractat constitutiu un catàleg complet i exhaustiu de drets fonamentals (articles del II-61 a II-114) amb força de dret exigible davant dels tribunals, amb força vinculant. També el text té una especial cura en el reconeixement de valors concrets tan importants per Catalunya com és el de la diversitat cultural i lingüística (article II-82 de la Constitució Europea) que emfatitza així, la voluntat clara de la Unió d’integrar i acollir la riquesa cultural que suposa Europa.
A més del paquet de drets i llibertats, però, el nou text constitucional europeu introdueix tota una sèrie de canvis institucionals i en el procediment de presa de decisions que aposten per l’apropament de la maquinària comunitària i dels seus processos a la ciutadania. Pensem en l’establiment de la doble legitimitat Estat-ciutadania per aprovar les lleis europees (article I-34) o l’establiment de la iniciativa legislativa popular tot demanant un milió de signatures. Així mateix, la reducció del dèficit democràtic ve de la mà del fort increment de les competències del Parlament Europeu que podem trobar al llarg de l’articulat i especialment en l’extensió de la codecisió com a procediment legislatiu ordinari i de la major participació dels Parlaments nacionals.
Més enllà del petit repàs de dret positiu que he volgut introduir en aquest escrit, la ciutadania i la seva vinculació-vibrant amb Europa serà efectiva per altres vies molt diferents als articles citats. No vull dir amb això que estiguin absents de valor, ans el contrari, constitueixen una finestra que ens connectarà amb l’essencial.
L’HORITZÓ IL·LUSIONANT: L’EUROPA DELS CIUTADANS
El concepte de ciutadania europea és un concepte que aspira a ser emocional malgrat que s’alimenta d’una estructura de reflexió i d’anàlisi que tracta d’evitar els excessos de sentimentalitzar la vida pública. Precisament l’emoció que ha d’estimular la construcció definitiva d’una ciutadania europea és la d’una ètica deliberativa que s’obra públicament als sentiments dels qui comparteixen amb nosaltres aquest espai de llibertat i justícia que configura Europa. Un espai públic que faci dels ciutadans homes i dones amb voluntat de compromís i participació, capaços de “sentir”, per exemple, el pes polític i el valor ètic que està al darrera de conceptes com la solidaritat o la tolerància.
En aquest sentit, cal evitar que aquestes paraules es converteixin en conceptes buits de contingut. Hem de negar-nos a acceptar que estiguin desproveïts d’aquella emoció que ha d’acompanyar l’exercici de l’acció solidària quan es tracta d’integrar als que han estat situats per la força de les lleis del mercat al marge de la normalitat política, econòmica o social. I el mateix que estem dient per la solidaritat ha d’aplicar-se també a la tolerància o a tants altres conceptes que configuren els nostres valors. Aquí, la importància que la ciutadania es visqui intensament és essencial. No podem oblidar que la xenofòbia o el racisme neix del fet de no haver tallat de soca-rel i amb contundència comportaments socials d’exclusió subtil o grossera de minories religioses o racials que s’han anat establint en el si de les nostres societats. La indignació cívica front aquestes conductes i el desig d’eradicar-les de la “res publica” fa que s’hagi d’aprofundir en els sentiments que ens aproximen a aquells que pateixen aquestes formes de violència. Aquesta és la tradició d’Europa, la nostra pròpia tradició. Aquest aprofundiment no busca altra cosa que mantenir viu el concepte de ciutadania: que sigui un fet; una realitat palpable, que s’exerciti en el dia a dia, atribuint als ciutadans el protagonisme que els correspon com a dipositaris aïllats de la sobirania.
Els valors propis de la nostra societat ─aquesta tradició europea de la que parlava─ poden estar en perill, de fet, des del meu punt de vista, ho estan. El que em deixa més perplexa, però, és que no hi ha temor, és que aquest perill que alimentem gairebé sense adonar-nos no es viu com una amenaça. És per això que em sembla imprescindible començar a dir amb molta claredat que res no és indestructible, tampoc el nostre sistema, el nostre ordre il·lustrat i de benestar. Potser un dels aprenentatges més colpidors que ens ha deixat Stefan Zweig en “El món d’ahir” és aquest: com tot, també el que aparentment és sòlid, exigeix la nostra cura i la nostra atenció si no ho volem veure malmès.
És indubtable que fins ara els ciutadans europeus ens hem sentit bastant aliens a la construcció d’una Europa que sembla haver estat guiada per la mà d’un despotisme il·lustrat benintencionat que ha manipulat els fils del procés amb prudència i moderació, conscient de la seva fragilitat. Tanmateix, la percepció que aquell procés no ha estat compartit amb els ciutadans és evident. Tant que les enquestes d’opinió ho denuncien de manera reiterada. Ara bé, aquí hi ha una corresponsabilitat culpable, o si es prefereix, una concurrència de culpes per utilitzar el llenguatge penal. Ha arribat el moment de realitzar un “mea culpa” per part dels partits polítics.
Si els polítics no afrontem aquesta exigència d’autocrítica estaríem fent que la nova Europa neixi ferida d’arrel, proveïda d’una espècie de pecat original. De fet, l’Europa dels ciutadans que estem construint és un projecte que reivindica intensament l’herència de la Il·lustració, de la seva pulsió crítica i reformadora. Des de la constatació de les nostres pròpies errades podrem fertilitzar el futur amb credibilitat i exemplificació. I els primers que hem de donar el pas som els propis representants dels partits polítics que hem impulsat un procés d’unitat que ha despertat reticències i, perquè negar-ho, passivitat, recel i distància entre molts europeus.
És evident que no s’han acabat de fer bé les coses. S’han posat en marxa campanyes de baixa intensitat, sense massa imaginació i poc propícies al debat i a la confrontació d’opinions. Alhora hem de reconèixer que manquen líders de projecció europea, potser perquè la majoria dels partits descuiden la seva agenda europea i sobredimensionen les necessitats i interessos interns. De fet, són molts els ciutadans que noten a faltar una semàntica política metaestatal que parli dels problemes que pateixen els europeus com a col·lectiu. Ara que tant es parla de globalització caldria utilitzar aquest concepte en una clau europea, reivindicant així una espècie de globalització europea de les mentalitats i les sensibilitats dels partits cap els problemes que impregnen col·lectivament a una comunitat que aspira a ser definitivament política i que engloba, no ho oblidem, a més de quatre-cents milions de ciutadans.
Caldria donar el salt i desposseir-nos de la cura conservadora, retardatària de l’interès nacional i adonar-nos que l’interès general pels polítics ha de ser europeu: la “res publica” és Europa, ja no és només l’Estat. És urgent que creiem en Europa, la lleialtat no es pot quedar a l’Estat, ni a Catalunya, la lleialtat última ha de ser a l’interès general europeu.
Si volem que Europa es prengui seriosament a ella mateixa, haurà de ser una Europa deliberativa, oberta al diàleg i la comunicació fluida entre tots: governants, partits polítics, associacions de tot tipus, institucions i ciutadans. Una Europa cívica que estableixi les seves pròpies coordenades de debat, reflexió i acció entorn els seus propis problemes. Una Europa instal·lada sobre una cultura pròpia que sigui capaç, recuperant paraules del recent llibre de Pedro Cruz Villalón, d’anar més enllà de l’assaig continental d’una Constitució “inèdita” i mobilitzar totes les seves potencialitats de suggerències i vertebració.
Per assolir aquest objectiu caldrà atreure, magnetitzar i seduir. És més, ha de ser capaç de traslladar als qui critiquen democràticament el seu funcionament que les seves objeccions no cauran en un cul de sac, que seran escoltades i que tractaran de ser justament ateses, perquè el model escollit per a la nova Europa dels ciutadans és, abans que qualsevol altra cosa, inclusiu en la seva diversitat dialògica ja que les seves institucions aspiren a ser permeables front el que constitueix un dels eixos fonamentals del seu nou disseny constitucional: el ser un espai públic de ciutadania i, per tant, de contrast i intercanvi crític de posicions sobre com cal desenvolupar progressivament el projecte de convivència.
La forma institucional per anar poc a poc construint sobre allò possible, tal com ens indicava Schuman en la seva declaració de 9 de maig de 1950 ha fet el seu servei, el repte ara és trobar una nova formulació que ens arrossegui cap a una esperança il·lusionant al voltant d’un procés inclusiu que posa el seu accent en el valor de la ciutadania. Per això, Europa es troba ara front una autèntica cruïlla: un repte en el que es juga la seva naturalesa, ja que ha de ser capaç que els ciutadans se sentin part i, sobretot, protagonistes futurs del nou projecte que assaja. Per aconseguir-ho caldrà, com es deia fa un moment, il·lusionar i generar una espècie de mite mobilitzador que convenci als europeus de la importància d’apostar per una Europa que vol convertir-se definitivament en una comunitat política “unida en la diversitat”.
La grandesa d’aquesta aposta és per ella mateixa un revulsiu. Deia el poeta Emerson que “res gran s’ha fet mai sense entusiasme”, i és indubtable que hem de ser capaços de generar aquest entusiasme entre aquells que han de sostenir quotidianament la realització de la nova Europa. Ho fou ja en els seus orígens, quan els Tractats de Roma van mobilitzar els europeus al voltant d’un fi que era aconseguir un espai de pau i prosperitat que fes oblidar l’experiència atroç de les dues guerres mundials viscudes. Citant a Rorty, el fet d’evitar el “dolor i la crueltat” bèl·liques va dur inconscientment als europeus a participar decididament en la construcció inicial de la Unió. Però ara cal reinventar aquest mite i adaptar-lo a l’escenari de l’Europa del segle XXI.
En aquest sentit, hem d’assenyalar que el nostre continent i les seves gents viuen sota les coordenades d’un temps que és presoner d’altres inquietuds i incerteses. L’”aquí i l’ara” d’Europa és un altre. Estem front una realitat pròspera, postindustrial i postmoderna habitada per generacions que els manca memòria històrica, que relativitzen les seves experiències dins d’una cultura de masses que aboca a l’utilitarisme, a l’hedonisme del consum i al conformisme que imposa la seva experiència, dit d’una altra manera, d’”homes sense atributs” musilians que viuen instal·lats en l’angoixa permanent de la recerca de la seva pròpia identitat.
El mal son descrit per Luckás d’un capitalisme comercial triomfant fa difícil la tasca d’il·lusionar més enllà de la insuportable lleugeresa de l’oci que esdevé consum. Tanmateix, la falta de metarelats no ha de provocar la desesperança. Que milions de ciutadans tractin de transcendir l’angoixa d’allò quotidià en petits relats efímers com són el Barça, la moda, un cantant o el burro català no ha de fer-nos llançar la tovallola.
El mite il·lusionant segueix sent possible perquè en les nostres mans està fer d’Europa una utopia mobilitzadora. N’hi hauria prou en localitzar la nostra mirada en el preàmbul de la nova Constitució per comprendre-ho. Aquesta és la nostra responsabilitat justament: edificar una pedagogia, o si es prefereix i per recuperar el vell concepte grec, una “Paideia”, entorn la nova Europa i insuflar, com assenyala Michael Walzer, una energia apassionada que vivifiqui la legitimitat racional de la ciutadania mitjançant una reafirmació de la seva vigència. Hem de fer comprendre als europeus que el seu “statu quo” de ciutadans és una font d’esperança per a tota la Humanitat.
Europa ha de ser un referent exemplar: una pàtria de la ciutadania que posi en positiu la vivència quotidiana escrupolosa de la llibertat, la igualtat, la tolerància, la solidaritat o la pluralitat cultural. Una Europa apassionada per una voluntat enèrgica d’afirmació del seu ésser més profund: el de ser un continent que es reinterpreta a ell mateix. Un continent que malgrat les seves múltiples caigudes, aixeca sempre el vol sense resignació i sense por. Aquesta passió irracional és, en el fons, una passió per la seva raó de ser, per la seva història, per la incombustible fe en ella mateixa.
De fet, aquesta és l’actual cruïlla d’Europa: reafirmar-se com un projecte d’expansió permanent entorn una raó que aspira a convertir-se en vida mitjançant els homes i dones que l’habiten, els seus ciutadans. Un projecte cosmopolita i autocrític que ha de seguir somniant la utopia que fa tant de temps va definir com la seva essència en descriure’s a ella mateixa com un concepte: l’esperança. Potser per això deia María Zambrano que: “por eso hay Historia. Por eso Europa ha sido el lugar más ‘histórico’, más apasionadamente hacedor de historia, de la Historia conocida. Porque nació un día de la revelación de la esperanza más total que se haya conocido, de la esperanza que el hombre no se ha atrevido a confesarse a sí mismo... Europa al descubrir la vida como esperanza, vivió la historia como tragedia, ‘condenada’ a agonizar, a no poder morir; a renacer de sucesivas muertes, pues no se puede retroceder desde la esperanza comprometida. ¡Otra vez a esperar!”.
Publicat a la revista de la Fundació Rafael Campalans
divendres, de juliol 01, 2005
CURSO JAIME VERA: “La Unión Europea como marco de Seguridad y Cooperación: una nueva visión de Europa”
Muchas gracias y buenos días. Os admiro profundamente por la paciencia que estáis teniendo, y manteneros aquí un sábado de julio caluroso. No sé si seré capaz de añadir algo a las intervenciones que me han precedido, pero intentaré dejar encima de la mesa algunos cabos adicionales.
Quiero empezar conectando precisamente con la última reflexión que hacía Carlos Carnero y que va más allá del ámbito mediterráneo, la tensión que existe entre las sociedades abiertas, es decir, la democracia y los valores asociados a ésta, la libertad, la justicia social, la igualdad, la solidaridad, etc., con los viejos y los nuevos fundamentalismos, o totalitarismos, o integrismos. Este es el mayor reto que tenemos, diría, que el gran reto del siglo XXI.
Las sociedades abiertas, como primer elemento, se alimentan de una estructura de reflexión y de análisis que trata de evitar mayoritariamente los excesos de sentimentalización de la vida pública, y esto muchas veces es una vía compleja para llegar a la gente. Lo vemos en el ámbito de la Unión Europea. La Unión Europea ha sido una construcción que se ha hecho muchas veces al margen de la ciudadanía, se ha hecho de manera eficaz, ha sido beneficiosa desde todos los puntos de vista, pero la ciudadanía no se ha sentido arrastrada por esta construcción, lo hemos visto, sin ir más lejos, con los noes de Francia y Holanda. Nos aproximamos a estos valores por tanto, a estos valores de igualdad, de justicia, de libertad…, siempre desde un punto de vista racional, pero la emoción también tiene que estar presente.
La emoción tiene que estimular la construcción definitiva de la ciudadanía europea en base a una ética deliberativa que se abra públicamente a los sentimientos de los que comparten con nosotros este espacio de libertad y de justicia que configura Europa. Los valores occidentales por tanto, estos valores que defendemos, y el sistema democrático, necesitan urgentemente la voluntad de compromiso y de participación capaces de hacer vibrar a la ciudadanía y capaces de provocar la voluntad de defensa de los mismos. En este sentido, la recuperación de estos valores puede ser un revulsivo para arrastrar a esta Europa, que parece que está cada vez menos implicada en la vida pública, arrastrar a esta Europa a dar una mano a la zona mediterránea de la que estamos hablando. Seguramente tenemos la sensación de que este orden ilustrado y de bienestar está consolidado y es invulnerable, y eso es un peligro; no creo ni mucho menos que sea invulnerable, y no sólo lo digo por los atentados puntuales que pueda haber, o cada vez menos puntuales, desgraciadamente, pero no puedo evitar pensar en la sensación que se desprende del libro de Stefan Zweig, “El mundo de ayer”, cuando él explica: vivo en un orden burgués donde todo está perfectamente programado, donde hay una seguridad absoluta y por tanto tengo la sensación de que no corro ningún peligro. De repente, todo eso se desmoronó. No digo que estemos en la misma coyuntura, ni en la misma situación. Evidentemente los momentos históricos son distintos, y las amenazas también son distintas, pero sí que nos lleva a pensar: incluso aquello que parece más sólido necesita cuidado, necesita esfuerzo, necesita compromiso ciudadano porque si no se puede venir abajo. En este sentido la Unión Europea, como símbolo de este orden de valores, ha sufrido un golpe duro, no estamos en los mejores de los momentos, con los noes a la Constitución Europea, pero también con la crisis que se abre con la ampliación, con la discusión de que si Turquía se tiene que incorporar o no, la crisis socioeconómica que pueden sufrir países tan fuertes y que han sido motor tradicional de Europa como puede ser Alemania y Francia… Pero aun estando en un momento complejo y delicado no por ello debemos abandonar la lucha por lo que hemos creído y por lo que hemos estado trabajando tantos años en esta construcción de la Unión Europea, y también en la relación que necesitamos precisamente todos los países que se asoman al Mediterráneo, al Mare Nostrum. Yo creo que este es un hándicap que tiene la Unión Europea, que tiene Europa en general, con ella misma. En estos momentos, por tanto, habrá que afrontar una reflexión interna.
Por otro lado, como segundo elemento, están los fundamentalismos a los que me refería al inicio. Éstos son más viscerales, y por tanto muchas veces nos damos cuenta que arrastran más, es decir, enaltecen más a las masas y utilizan directamente la sentimentalización, dejan la racionalidad de lado y es éste el gran peligro al que nos asomamos.
Tenemos que hacer comprender a los europeos, y a nosotros mismos, que el statu quo en el que vivimos, el hecho de reconocernos como ciudadanos con los derechos y deberes que tenemos es una fuente de esperanza para toda la humanidad. Europa tiene que ser referente ejemplar. Convendría configurarla como una patria de la ciudadanía que ponga en positivo la vivencia cotidiana escrupulosa de la libertad, la tolerancia, la solidaridad o la pluralidad cultural. De hecho, ésta es la gran encrucijada con la que se enfrenta Europa: reafirmarse como un proyecto en expansión permanentemente entorno a una razón que aspira a convertirse en vida a través de los ciudadanos; no sólo los ciudadanos que pertenecemos a Europa, sino también aquéllos que viven fuera de Europa.
En definitiva, tenemos un doble reto: por un lado, el fortalecimiento interno, reinterpretarnos, de alguna manera, dentro de Europa, y afirmar, por tanto, nuestro ser más profundo, estos valores de los que hablaba, intentando que éstos se puedan transmitir con una cierta fuerza a la ciudadanía. Por otro lado, como segundo gran reto, hacemos referencia a la necesidad de combatir los nuevos integrismos que pretenden acabar con esta idiosincrasia, con estos valores, con nuestra forma de vida, para evitar hacerlo extensible a los ciudadanos que aún no disfrutan de esto, que es precisamente parte del sur del Mediterráneo. Es decir, extender la paz y la seguridad con la fuerza de los derechos humanos, con la fuerza de la democracia, de los hombres sometidos a las leyes, de la igualdad, y especialmente de la igualdad entre hombres y mujeres.
El Mediterráneo, lo apuntaba Raimon Obiols, es un poco el paradigma de todo esto. Es el espacio físico-geográfico donde más claramente se plantea esta tensión, donde hay un cruce de complejidades y de civilizaciones, y ahora tenemos una buena oportunidad para recuperar el espíritu de la Grecia clásica, un espíritu renovado, donde espacio y tiempo han desaparecido. Evidentemente las distancias de ahora no son las mismas que las distancias de entonces; ahora no hay distancia entre la costa mediterránea española o Alejandría, o entre Palermo y Latakia, y por tanto estamos condenados a vivir juntos, y esto requiere una ciudadanía común, la ciudadanía euromediterránea que apuntaba Carlos Carnero, y que creo que es efectivamente el futuro por el que debemos apostar, y me temo que el que irremediablemente va a ser aunque no apostemos por él.
También el Mediterráneo es donde convive la diferencia más radical entre ricos y pobres. Efectivamente nuestras fronteras ya prácticamente no existen, y es donde confluyen países de extrema pobreza y donde confluimos países en pleno desarrollo. Por último, en el Mediterráneo también se produce la mayor tensión de éxodos masivos, seguramente producto de los problemas de renta y desigualdad. La circulación de personas va a ser, de hecho está siendo, inevitable, por eso España ha apoyado la Declaración del Milenio en materia de desarrollo, de erradicación de la pobreza y de preservación del medioambiente. La pobreza es la causa principal de los movimientos migratorios incontrolados y por eso no podemos evitar que los que sufren intenten huir de la miseria. Algunos dicen que a lo mejor también el terrorismo islámico tiene su origen en esta pobreza, o en esta miseria, o en la marginalidad; puede ser que en parte sí, aunque no estoy tan segura. Si nos fijamos de dónde surgen estos movimientos de terrorismo islámico, quiénes son los protagonistas, vemos que no son precisamente la gente marginal; es gente que ha viajado y estudiado fuera de su país, es gente preparada, es gente que tiene una posición económica fuerte, es gente que ha vivido en y el mundo occidental, y por tanto, seguramente, la articulación del terrorismo no es tanto para luchar contra la riqueza de unos y conseguir ese bienestar, sino para combatir nuestro sistema de valores. Eso, indudablemente, haría del problema algo más complicado.
Por tanto, estos ejes que planteábamos en el Mediterráneo, y que efectivamente pueden parecer el choque de civilizaciones: ricos y pobres, éxodos masivos de inmigración, civilizaciones distintas, culturas distintas… debemos trabajarlos para que sea todo lo contrario y llegar a la alianza de civilizaciones. Como dijo el Presidente Zapatero: “Cayó un muro, debemos evitar ahora que el odio y la incomprensión levanten otro”. Creo sinceramente que el diálogo tiene que materializarse, este diálogo de civilizaciones, tiene que materializarse, principalmente en el mar Mediterráneo que es donde se da con más vehemencia la mezcla de culturas, y por tanto me parece que es el lugar idóneo para empezar a aplicar esta estrategia, esta idea de alianza de civilizaciones. Parafraseando a Hannah Arendt, yo diría que tenemos la oportunidad de vivir en el Mediterráneo bajo una solidaridad común. La alternativa a la solidaridad común es caer en una solidaridad de mutua destrucción, y esto evidentemente es lo que tenemos que evitar, y que espero que seamos capaces de evitar. En palabras del Presidente del Gobierno, la alianza de civilizaciones tiene como objetivo fundamental profundizar en la relación política, cultural, educativa, entre lo que representa el llamado mundo occidental y el ámbito de países árabes y musulmanes.
Esa definición nos conecta directamente con la columna vertebral del Proceso de Barcelona y los tres ejes principales marcados en 1995 y sobre los que tampoco me voy a referir, porque ya han salido reiteradamente: el ámbito político y de seguridad, el ámbito económico y financiero, y el ámbito social, cultural y humano, que creo es el núcleo medular donde hace falta avanzar con más fuerza. Estos fueron los objetivos que nos fijamos en 1995, y tampoco es necesario reincidir demasiado en el balance. Está claro, a mi modo de ver, que las expectativas creadas no se corresponden con los avances conseguidos en los objetivos. No es que quiera ser pesimista; el Proceso de Barcelona fue un elemento importante, un referente y un guión que no podemos perder de vista, y que ahora hay que continuar trabajando. Pero la valoración no puede ser estrictamente positiva: poca democratización de los países de la Ribera Sur del Mediterráneo, poco avance en el respeto de los derechos humanos, el terrorismo internacional golpeándonos constantemente, flujos migratorios complejos con la consecuente desmantelación del área de seguridad o las propias condiciones de vida de la gente que a grandes rasgos es similar a la que podían vivir en 1995; la diferencia entre ricos y pobres se mantiene y se manifiesta de una manera marcadísima. Así mismo, también hay poco avance en la comprensión o en la integración, hay poco acercamiento al otro y pocas ganas de entender al otro. Este es uno de los problemas que nos encontramos con la inmigración, la integración con la gente que llega a Europa también está cargada de problemas y requeriría más capacidad de comprensión.
Es cierto que hay datos objetivos que ayudan a comprender el porqué del poco avance: el fracaso del proceso de paz de Oslo a finales de los 90, o el incremento de la violencia con la segunda Intifada a partir del 2000, o el tener abierto el contencioso del Sahara Occidental, o seguir con el problema de Chipre, aunque éste parece que tiene más visos de solución. A la vista de estos datos se necesita un nuevo impulso del Proceso de Barcelona.
Ahora bien, es urgente e imprescindible que esta unión euromediterránea sea un proceso de la ciudadanía. Este proceso tiene que tener efectos directos sobre la ciudadanía, y esto es lo que realmente la hará fuerte. La ciudadanía europea por un lado debería ser activa, debería desear compartir sus logros y sus triunfos en adquisición de derechos, y a la vez receptiva también de nuevos aprendizajes, de los nuevos aprendizajes que nos pueden dar los países del sur del Mediterráneo. Por otro lado, la ciudadanía de la ribera sur debería estar dispuesta a luchar para salir de este callejón sin salida. Deben percibir esperanza, que existe solución, y que cada año pueden vivir un poquito mejor, un poco lo que decía Raimon Obiols: “la gente tiene paciencia y es tenaz en la lucha siempre y cuando ve algún avance, algún atisbo de avance y de mejora en sus vidas, porque si no lo que harán será buscar soluciones en otros contextos”. Nosotros caeríamos a sus ojos y eso no sería bueno para nadie.
En definitiva, el objetivo que tendríamos que tener todo el Mediterráneo, norte y sur, es vivir con dignidad y sin miedo, y sobre todo que no nos humillen o que no humillemos nosotros a los otros, y que podamos buscar la felicidad, lo que Baughman nombra “solidaridad de los destinos”.
En este sentido creo que ha llegado el momento, ─me permitiréis hacer alguna alusión literaria, y moverme en un campo de abstracción superior─, de dar la voz al Mediterráneo. ¿Por qué no podemos hacer que el Mediterráneo sea el verdadero y el único protagonista de una reflexión que supere los conflictos que sabemos que hoy marcan ambas orillas? Frente a esa polaridad de la que hemos estado hablando en todo momento, tendríamos que reivindicar el magnetismo del mar. Para conseguir esto, hay que empezar, sin duda, con grandes dosis de autocrítica, hay que aceptar una realidad previa: la única responsable de que la polaridad exista hoy es Europa; una Europa que a lo largo del Siglo XIX y del Siglo XX vivió una dominación económica, política y cultural sobre la ribera sur del Mediterráneo, y una Europa que afronta los procesos de descolonización como quien trata de quitarse de encima un problema de forma rápida y dando la espalda a algo que ella misma ha generado. Claro que para esto los europeos tendríamos que asumir una palabra de enorme dificultad semántica: modestia.
Dejadme que me aproxime al tema desde una perspectiva distinta. Seguramente no llegaremos a soluciones, pero quizás tengamos más elementos imaginativos para ponernos a pensar en ellas. ¿Por qué no decir, por ejemplo, que Europa tiene que afrontar ahora la tarea de transformar el Mediterráneo en una particular odisea? ¿Por qué no reivindicar para Europa el papel de un nuevo Ulises a la búsqueda de su particular Ítaca?; eso es, a la búsqueda de una identidad compartida, perdida hace varios siglos, cuando el Mediterráneo de ser un Mare Nostrum ─esta expresión tan maravillosa─ pasó a ser un costurón que rasgó una unidad milenaria, que es en la que estamos instalados. Vivimos en un costurón aislados los unos de los otros. Europa no puede renunciar a seguir creciendo, pero a seguir creciendo como un proyecto inclusivo, no exclusivo ni excluyente, un proyecto abierto a una pluralidad de identidades; estas identidades que bebe el mar Mediterráneo. Si Europa renuncia a crecer se extinguirá. Este crecer no tiene que ser desde la experiencia del Siglo XIX y XX, que es la experiencia de la dominación a la que hacía referencia, del colonialismo, sino desde una experiencia de la inclusión, de escuchar y sentir al otro desde la igualdad; no parapetándonos detrás de ninguna inconfesada superioridad civilizadora, si no desde la igualdad radical. Muchas veces el discurso de la igualdad se queda en la abstracción y el trato igualitario no les llega en absoluto.
Nadie puede poner en duda que los países de la ribera sur del Mediterráneo deben afrontar la tarea de su democratización, o que tiene que haber un correcto establecimiento de nítidas fronteras entre la ética pública y la ética privada, o que se supere la desigualdad de género, la igualdad entre hombres y mujeres. Nadie discute esto, y por tanto el proyecto de la agenda del Proceso de Barcelona es correcto. Modernizar el sur es una necesidad para el sur; es una necesidad para Europa, es una necesidad para el mundo.
Vayamos un poco más allá, reflexionemos sobre nosotros mismos y hagámoslo con modestia. El camino que debemos recorrer es de doble dirección, no sólo de nosotros hacia ellos, sino también de ellos hacia nosotros. ¿Realmente estamos en condiciones de dar lecciones? ¿Por qué no tratamos de abordar una doble pedagogía que nos incluya a nosotros también? Sé que eso también está en la Agenda del Proceso de Barcelona; sé que hay esta voluntad de reciprocidad, pero no sé si hemos sido capaces de materializarlo correctamente. Corremos el riesgo de que en la política que estamos proponiendo en algunos sentidos, o la que a veces se puede percibir, la superación de la división mediterránea se plantee desde esta aproximación que decía de sur a norte, es decir, mimetización de ellos respecto de nosotros. Quizás por haber tratado de establecer una agenda unidireccional en muchos sentidos, estamos en la situación actual. No digo con ello que no sea importante lo que aquí se apunta y hasta dónde hemos llegado, yo creo que hemos avanzado en alguna medida, sin embargo, a pesar de su importancia nadie puede discutir que hasta ahora los avances han sido insuficientes o han sido modestos. Sé, como decía antes, que no estoy proponiendo nada, sé que me estoy limitando a preguntar, pero quizá sería bueno que recuperáramos el método socrático de la duda y, sobre todo, de la crítica.
Europa, en este sentido, quiere hacer, tendría que hacer, mucha autocrítica. La autocomplacencia no es buena, y a veces caemos en ella. La prueba es que estamos reconociendo que este Proceso de Barcelona necesita un nuevo impulso después de diez años. Si lo hubiésemos hecho muy bien durante estos diez años no nos estaríamos planteando un reimpulso de este proceso. El valor que tendría esta doble pedagogía que apuntaba, de ellos hacia nosotros y de nosotros hacia ellos, es que el diseño sería un diseño realmente compartido desde la ribera norte y desde la ribera sur.
Tenemos la necesidad de que este nuevo proyecto sea un proyecto verdaderamente compartido, como decía, pensado desde los problemas que el Mediterráneo como entorno tiene por sí, no de los problemas que genera el sur del Mediterráneo a Europa. Muchas veces hacemos ese análisis: necesitamos abordar esta zona geoestratégica porque el Mediterráneo, el sur del Mediterráneo, puede generar muchos problemas a Europa. No es una buena aproximación, no es un buen planteamiento.
De vez en cuando escuchamos que nosotros también los necesitamos, sobre todo cuando hablamos de inmigración decimos: “No, está muy bien que vengan, porque hay muchos trabajos que nosotros no queremos hacer; o porque nuestra tasa de natalidad es baja y por tanto pues ya está bien que vengan”. Seguramente sería más honesto hablar de necesidad en otros términos.
Por ello querría acabar leyendo un poema de Cavafis que se titula “Esperando a los bárbaros”, y dice:
“─¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.
─¿Por qué esa inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los Senadores?
Ya legislarán, cuando lleguen, los bárbaros.
─¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto
Y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,
está sentado, solemne y ciñendo corona?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
Y el emperador espera para dar
a su jefe la acogida. Incluso preparó,
para entregárselo, un pergamino.
En él muchos títulos y dignidades hay escritos.
─¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron
hoy con rojas togas bordadas;
por qué llevan brazaletes con tantas amatistas,
y anillos engastados, y esmeraldas rutilantes;
por qué empuñan hoy preciosos báculos
en plata y oro magníficamente cincelados?
Porque hoy llegarán los bárbaros,
y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.
─¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros
y les fastidian la elocuencia y los discursos.
─¿Por qué reina de pronto esta inquietud
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.
─¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, eran una solución.
Quiero empezar conectando precisamente con la última reflexión que hacía Carlos Carnero y que va más allá del ámbito mediterráneo, la tensión que existe entre las sociedades abiertas, es decir, la democracia y los valores asociados a ésta, la libertad, la justicia social, la igualdad, la solidaridad, etc., con los viejos y los nuevos fundamentalismos, o totalitarismos, o integrismos. Este es el mayor reto que tenemos, diría, que el gran reto del siglo XXI.
Las sociedades abiertas, como primer elemento, se alimentan de una estructura de reflexión y de análisis que trata de evitar mayoritariamente los excesos de sentimentalización de la vida pública, y esto muchas veces es una vía compleja para llegar a la gente. Lo vemos en el ámbito de la Unión Europea. La Unión Europea ha sido una construcción que se ha hecho muchas veces al margen de la ciudadanía, se ha hecho de manera eficaz, ha sido beneficiosa desde todos los puntos de vista, pero la ciudadanía no se ha sentido arrastrada por esta construcción, lo hemos visto, sin ir más lejos, con los noes de Francia y Holanda. Nos aproximamos a estos valores por tanto, a estos valores de igualdad, de justicia, de libertad…, siempre desde un punto de vista racional, pero la emoción también tiene que estar presente.
La emoción tiene que estimular la construcción definitiva de la ciudadanía europea en base a una ética deliberativa que se abra públicamente a los sentimientos de los que comparten con nosotros este espacio de libertad y de justicia que configura Europa. Los valores occidentales por tanto, estos valores que defendemos, y el sistema democrático, necesitan urgentemente la voluntad de compromiso y de participación capaces de hacer vibrar a la ciudadanía y capaces de provocar la voluntad de defensa de los mismos. En este sentido, la recuperación de estos valores puede ser un revulsivo para arrastrar a esta Europa, que parece que está cada vez menos implicada en la vida pública, arrastrar a esta Europa a dar una mano a la zona mediterránea de la que estamos hablando. Seguramente tenemos la sensación de que este orden ilustrado y de bienestar está consolidado y es invulnerable, y eso es un peligro; no creo ni mucho menos que sea invulnerable, y no sólo lo digo por los atentados puntuales que pueda haber, o cada vez menos puntuales, desgraciadamente, pero no puedo evitar pensar en la sensación que se desprende del libro de Stefan Zweig, “El mundo de ayer”, cuando él explica: vivo en un orden burgués donde todo está perfectamente programado, donde hay una seguridad absoluta y por tanto tengo la sensación de que no corro ningún peligro. De repente, todo eso se desmoronó. No digo que estemos en la misma coyuntura, ni en la misma situación. Evidentemente los momentos históricos son distintos, y las amenazas también son distintas, pero sí que nos lleva a pensar: incluso aquello que parece más sólido necesita cuidado, necesita esfuerzo, necesita compromiso ciudadano porque si no se puede venir abajo. En este sentido la Unión Europea, como símbolo de este orden de valores, ha sufrido un golpe duro, no estamos en los mejores de los momentos, con los noes a la Constitución Europea, pero también con la crisis que se abre con la ampliación, con la discusión de que si Turquía se tiene que incorporar o no, la crisis socioeconómica que pueden sufrir países tan fuertes y que han sido motor tradicional de Europa como puede ser Alemania y Francia… Pero aun estando en un momento complejo y delicado no por ello debemos abandonar la lucha por lo que hemos creído y por lo que hemos estado trabajando tantos años en esta construcción de la Unión Europea, y también en la relación que necesitamos precisamente todos los países que se asoman al Mediterráneo, al Mare Nostrum. Yo creo que este es un hándicap que tiene la Unión Europea, que tiene Europa en general, con ella misma. En estos momentos, por tanto, habrá que afrontar una reflexión interna.
Por otro lado, como segundo elemento, están los fundamentalismos a los que me refería al inicio. Éstos son más viscerales, y por tanto muchas veces nos damos cuenta que arrastran más, es decir, enaltecen más a las masas y utilizan directamente la sentimentalización, dejan la racionalidad de lado y es éste el gran peligro al que nos asomamos.
Tenemos que hacer comprender a los europeos, y a nosotros mismos, que el statu quo en el que vivimos, el hecho de reconocernos como ciudadanos con los derechos y deberes que tenemos es una fuente de esperanza para toda la humanidad. Europa tiene que ser referente ejemplar. Convendría configurarla como una patria de la ciudadanía que ponga en positivo la vivencia cotidiana escrupulosa de la libertad, la tolerancia, la solidaridad o la pluralidad cultural. De hecho, ésta es la gran encrucijada con la que se enfrenta Europa: reafirmarse como un proyecto en expansión permanentemente entorno a una razón que aspira a convertirse en vida a través de los ciudadanos; no sólo los ciudadanos que pertenecemos a Europa, sino también aquéllos que viven fuera de Europa.
En definitiva, tenemos un doble reto: por un lado, el fortalecimiento interno, reinterpretarnos, de alguna manera, dentro de Europa, y afirmar, por tanto, nuestro ser más profundo, estos valores de los que hablaba, intentando que éstos se puedan transmitir con una cierta fuerza a la ciudadanía. Por otro lado, como segundo gran reto, hacemos referencia a la necesidad de combatir los nuevos integrismos que pretenden acabar con esta idiosincrasia, con estos valores, con nuestra forma de vida, para evitar hacerlo extensible a los ciudadanos que aún no disfrutan de esto, que es precisamente parte del sur del Mediterráneo. Es decir, extender la paz y la seguridad con la fuerza de los derechos humanos, con la fuerza de la democracia, de los hombres sometidos a las leyes, de la igualdad, y especialmente de la igualdad entre hombres y mujeres.
El Mediterráneo, lo apuntaba Raimon Obiols, es un poco el paradigma de todo esto. Es el espacio físico-geográfico donde más claramente se plantea esta tensión, donde hay un cruce de complejidades y de civilizaciones, y ahora tenemos una buena oportunidad para recuperar el espíritu de la Grecia clásica, un espíritu renovado, donde espacio y tiempo han desaparecido. Evidentemente las distancias de ahora no son las mismas que las distancias de entonces; ahora no hay distancia entre la costa mediterránea española o Alejandría, o entre Palermo y Latakia, y por tanto estamos condenados a vivir juntos, y esto requiere una ciudadanía común, la ciudadanía euromediterránea que apuntaba Carlos Carnero, y que creo que es efectivamente el futuro por el que debemos apostar, y me temo que el que irremediablemente va a ser aunque no apostemos por él.
También el Mediterráneo es donde convive la diferencia más radical entre ricos y pobres. Efectivamente nuestras fronteras ya prácticamente no existen, y es donde confluyen países de extrema pobreza y donde confluimos países en pleno desarrollo. Por último, en el Mediterráneo también se produce la mayor tensión de éxodos masivos, seguramente producto de los problemas de renta y desigualdad. La circulación de personas va a ser, de hecho está siendo, inevitable, por eso España ha apoyado la Declaración del Milenio en materia de desarrollo, de erradicación de la pobreza y de preservación del medioambiente. La pobreza es la causa principal de los movimientos migratorios incontrolados y por eso no podemos evitar que los que sufren intenten huir de la miseria. Algunos dicen que a lo mejor también el terrorismo islámico tiene su origen en esta pobreza, o en esta miseria, o en la marginalidad; puede ser que en parte sí, aunque no estoy tan segura. Si nos fijamos de dónde surgen estos movimientos de terrorismo islámico, quiénes son los protagonistas, vemos que no son precisamente la gente marginal; es gente que ha viajado y estudiado fuera de su país, es gente preparada, es gente que tiene una posición económica fuerte, es gente que ha vivido en y el mundo occidental, y por tanto, seguramente, la articulación del terrorismo no es tanto para luchar contra la riqueza de unos y conseguir ese bienestar, sino para combatir nuestro sistema de valores. Eso, indudablemente, haría del problema algo más complicado.
Por tanto, estos ejes que planteábamos en el Mediterráneo, y que efectivamente pueden parecer el choque de civilizaciones: ricos y pobres, éxodos masivos de inmigración, civilizaciones distintas, culturas distintas… debemos trabajarlos para que sea todo lo contrario y llegar a la alianza de civilizaciones. Como dijo el Presidente Zapatero: “Cayó un muro, debemos evitar ahora que el odio y la incomprensión levanten otro”. Creo sinceramente que el diálogo tiene que materializarse, este diálogo de civilizaciones, tiene que materializarse, principalmente en el mar Mediterráneo que es donde se da con más vehemencia la mezcla de culturas, y por tanto me parece que es el lugar idóneo para empezar a aplicar esta estrategia, esta idea de alianza de civilizaciones. Parafraseando a Hannah Arendt, yo diría que tenemos la oportunidad de vivir en el Mediterráneo bajo una solidaridad común. La alternativa a la solidaridad común es caer en una solidaridad de mutua destrucción, y esto evidentemente es lo que tenemos que evitar, y que espero que seamos capaces de evitar. En palabras del Presidente del Gobierno, la alianza de civilizaciones tiene como objetivo fundamental profundizar en la relación política, cultural, educativa, entre lo que representa el llamado mundo occidental y el ámbito de países árabes y musulmanes.
Esa definición nos conecta directamente con la columna vertebral del Proceso de Barcelona y los tres ejes principales marcados en 1995 y sobre los que tampoco me voy a referir, porque ya han salido reiteradamente: el ámbito político y de seguridad, el ámbito económico y financiero, y el ámbito social, cultural y humano, que creo es el núcleo medular donde hace falta avanzar con más fuerza. Estos fueron los objetivos que nos fijamos en 1995, y tampoco es necesario reincidir demasiado en el balance. Está claro, a mi modo de ver, que las expectativas creadas no se corresponden con los avances conseguidos en los objetivos. No es que quiera ser pesimista; el Proceso de Barcelona fue un elemento importante, un referente y un guión que no podemos perder de vista, y que ahora hay que continuar trabajando. Pero la valoración no puede ser estrictamente positiva: poca democratización de los países de la Ribera Sur del Mediterráneo, poco avance en el respeto de los derechos humanos, el terrorismo internacional golpeándonos constantemente, flujos migratorios complejos con la consecuente desmantelación del área de seguridad o las propias condiciones de vida de la gente que a grandes rasgos es similar a la que podían vivir en 1995; la diferencia entre ricos y pobres se mantiene y se manifiesta de una manera marcadísima. Así mismo, también hay poco avance en la comprensión o en la integración, hay poco acercamiento al otro y pocas ganas de entender al otro. Este es uno de los problemas que nos encontramos con la inmigración, la integración con la gente que llega a Europa también está cargada de problemas y requeriría más capacidad de comprensión.
Es cierto que hay datos objetivos que ayudan a comprender el porqué del poco avance: el fracaso del proceso de paz de Oslo a finales de los 90, o el incremento de la violencia con la segunda Intifada a partir del 2000, o el tener abierto el contencioso del Sahara Occidental, o seguir con el problema de Chipre, aunque éste parece que tiene más visos de solución. A la vista de estos datos se necesita un nuevo impulso del Proceso de Barcelona.
Ahora bien, es urgente e imprescindible que esta unión euromediterránea sea un proceso de la ciudadanía. Este proceso tiene que tener efectos directos sobre la ciudadanía, y esto es lo que realmente la hará fuerte. La ciudadanía europea por un lado debería ser activa, debería desear compartir sus logros y sus triunfos en adquisición de derechos, y a la vez receptiva también de nuevos aprendizajes, de los nuevos aprendizajes que nos pueden dar los países del sur del Mediterráneo. Por otro lado, la ciudadanía de la ribera sur debería estar dispuesta a luchar para salir de este callejón sin salida. Deben percibir esperanza, que existe solución, y que cada año pueden vivir un poquito mejor, un poco lo que decía Raimon Obiols: “la gente tiene paciencia y es tenaz en la lucha siempre y cuando ve algún avance, algún atisbo de avance y de mejora en sus vidas, porque si no lo que harán será buscar soluciones en otros contextos”. Nosotros caeríamos a sus ojos y eso no sería bueno para nadie.
En definitiva, el objetivo que tendríamos que tener todo el Mediterráneo, norte y sur, es vivir con dignidad y sin miedo, y sobre todo que no nos humillen o que no humillemos nosotros a los otros, y que podamos buscar la felicidad, lo que Baughman nombra “solidaridad de los destinos”.
En este sentido creo que ha llegado el momento, ─me permitiréis hacer alguna alusión literaria, y moverme en un campo de abstracción superior─, de dar la voz al Mediterráneo. ¿Por qué no podemos hacer que el Mediterráneo sea el verdadero y el único protagonista de una reflexión que supere los conflictos que sabemos que hoy marcan ambas orillas? Frente a esa polaridad de la que hemos estado hablando en todo momento, tendríamos que reivindicar el magnetismo del mar. Para conseguir esto, hay que empezar, sin duda, con grandes dosis de autocrítica, hay que aceptar una realidad previa: la única responsable de que la polaridad exista hoy es Europa; una Europa que a lo largo del Siglo XIX y del Siglo XX vivió una dominación económica, política y cultural sobre la ribera sur del Mediterráneo, y una Europa que afronta los procesos de descolonización como quien trata de quitarse de encima un problema de forma rápida y dando la espalda a algo que ella misma ha generado. Claro que para esto los europeos tendríamos que asumir una palabra de enorme dificultad semántica: modestia.
Dejadme que me aproxime al tema desde una perspectiva distinta. Seguramente no llegaremos a soluciones, pero quizás tengamos más elementos imaginativos para ponernos a pensar en ellas. ¿Por qué no decir, por ejemplo, que Europa tiene que afrontar ahora la tarea de transformar el Mediterráneo en una particular odisea? ¿Por qué no reivindicar para Europa el papel de un nuevo Ulises a la búsqueda de su particular Ítaca?; eso es, a la búsqueda de una identidad compartida, perdida hace varios siglos, cuando el Mediterráneo de ser un Mare Nostrum ─esta expresión tan maravillosa─ pasó a ser un costurón que rasgó una unidad milenaria, que es en la que estamos instalados. Vivimos en un costurón aislados los unos de los otros. Europa no puede renunciar a seguir creciendo, pero a seguir creciendo como un proyecto inclusivo, no exclusivo ni excluyente, un proyecto abierto a una pluralidad de identidades; estas identidades que bebe el mar Mediterráneo. Si Europa renuncia a crecer se extinguirá. Este crecer no tiene que ser desde la experiencia del Siglo XIX y XX, que es la experiencia de la dominación a la que hacía referencia, del colonialismo, sino desde una experiencia de la inclusión, de escuchar y sentir al otro desde la igualdad; no parapetándonos detrás de ninguna inconfesada superioridad civilizadora, si no desde la igualdad radical. Muchas veces el discurso de la igualdad se queda en la abstracción y el trato igualitario no les llega en absoluto.
Nadie puede poner en duda que los países de la ribera sur del Mediterráneo deben afrontar la tarea de su democratización, o que tiene que haber un correcto establecimiento de nítidas fronteras entre la ética pública y la ética privada, o que se supere la desigualdad de género, la igualdad entre hombres y mujeres. Nadie discute esto, y por tanto el proyecto de la agenda del Proceso de Barcelona es correcto. Modernizar el sur es una necesidad para el sur; es una necesidad para Europa, es una necesidad para el mundo.
Vayamos un poco más allá, reflexionemos sobre nosotros mismos y hagámoslo con modestia. El camino que debemos recorrer es de doble dirección, no sólo de nosotros hacia ellos, sino también de ellos hacia nosotros. ¿Realmente estamos en condiciones de dar lecciones? ¿Por qué no tratamos de abordar una doble pedagogía que nos incluya a nosotros también? Sé que eso también está en la Agenda del Proceso de Barcelona; sé que hay esta voluntad de reciprocidad, pero no sé si hemos sido capaces de materializarlo correctamente. Corremos el riesgo de que en la política que estamos proponiendo en algunos sentidos, o la que a veces se puede percibir, la superación de la división mediterránea se plantee desde esta aproximación que decía de sur a norte, es decir, mimetización de ellos respecto de nosotros. Quizás por haber tratado de establecer una agenda unidireccional en muchos sentidos, estamos en la situación actual. No digo con ello que no sea importante lo que aquí se apunta y hasta dónde hemos llegado, yo creo que hemos avanzado en alguna medida, sin embargo, a pesar de su importancia nadie puede discutir que hasta ahora los avances han sido insuficientes o han sido modestos. Sé, como decía antes, que no estoy proponiendo nada, sé que me estoy limitando a preguntar, pero quizá sería bueno que recuperáramos el método socrático de la duda y, sobre todo, de la crítica.
Europa, en este sentido, quiere hacer, tendría que hacer, mucha autocrítica. La autocomplacencia no es buena, y a veces caemos en ella. La prueba es que estamos reconociendo que este Proceso de Barcelona necesita un nuevo impulso después de diez años. Si lo hubiésemos hecho muy bien durante estos diez años no nos estaríamos planteando un reimpulso de este proceso. El valor que tendría esta doble pedagogía que apuntaba, de ellos hacia nosotros y de nosotros hacia ellos, es que el diseño sería un diseño realmente compartido desde la ribera norte y desde la ribera sur.
Tenemos la necesidad de que este nuevo proyecto sea un proyecto verdaderamente compartido, como decía, pensado desde los problemas que el Mediterráneo como entorno tiene por sí, no de los problemas que genera el sur del Mediterráneo a Europa. Muchas veces hacemos ese análisis: necesitamos abordar esta zona geoestratégica porque el Mediterráneo, el sur del Mediterráneo, puede generar muchos problemas a Europa. No es una buena aproximación, no es un buen planteamiento.
De vez en cuando escuchamos que nosotros también los necesitamos, sobre todo cuando hablamos de inmigración decimos: “No, está muy bien que vengan, porque hay muchos trabajos que nosotros no queremos hacer; o porque nuestra tasa de natalidad es baja y por tanto pues ya está bien que vengan”. Seguramente sería más honesto hablar de necesidad en otros términos.
Por ello querría acabar leyendo un poema de Cavafis que se titula “Esperando a los bárbaros”, y dice:
“─¿Qué esperamos congregados en el foro?
Es a los bárbaros que hoy llegan.
─¿Por qué esa inacción en el Senado?
¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
¿Qué leyes van a hacer los Senadores?
Ya legislarán, cuando lleguen, los bárbaros.
─¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto
Y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,
está sentado, solemne y ciñendo corona?
Porque hoy llegarán los bárbaros.
Y el emperador espera para dar
a su jefe la acogida. Incluso preparó,
para entregárselo, un pergamino.
En él muchos títulos y dignidades hay escritos.
─¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron
hoy con rojas togas bordadas;
por qué llevan brazaletes con tantas amatistas,
y anillos engastados, y esmeraldas rutilantes;
por qué empuñan hoy preciosos báculos
en plata y oro magníficamente cincelados?
Porque hoy llegarán los bárbaros,
y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.
─¿Por qué no acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?
Porque hoy llegarán los bárbaros
y les fastidian la elocuencia y los discursos.
─¿Por qué reina de pronto esta inquietud
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)
¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?
Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.
─¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, eran una solución.
dimarts, d’abril 05, 2005
Proposición de Ley de modificación del artículo 53 de la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (Orgánica)
Quiero empezar también dando la bienvenida a los diputados autonómicos que vienen a defender el texto aprobado en la Asamblea legislativa de Cataluña. Bienvenidos, don Jaime Bosch, doña Nuria de Gispert, amigo y compañero don David Pérez.
Esta es una de las tres proposiciones de ley de Parlamento de Cataluña que propone modificar la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, la segunda que vemos en el Pleno en este periodo de sesiones. En este caso el Parlamento autonómico nos propone la modificación del artículo 53 de dicha ley, que recoge las competencias de los entes locales, pretendiendo la ampliación de estas competencias municipales en su apartado g) y atribuyendo con carácter genérico funciones de prevención y evitación de actos delictivos y los imprescindibles para el mantenimiento del orden público y la seguridad ciudadana.
Voy a fundamentar mi exposición en tres elementos básicos, sin entrar, de todos modos, al debate de fondo de la propuesta, ya que seguramente será más adecuado plantearnos las líneas generales del modelo policial que el Grupo Socialista, al que represento, defenderá en el momento en que se aborde, de manera genérica a integral, y no parcial como hoy, este tema.
Por tanto, los elementos en los que fundamentaré mi intervención serán los siguientes, y seré muy breve. En primer lugar, la desaparición de la oportunidad política de esta iniciativa legislativa autonómica. En segundo lugar, la necesidad de abordar en un debate profundo y de mayor calado, la reforma completa de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, tal y como se está planteando en estos momentos ya el Ministerio del Interior. En tercer lugar, la coincidencia sustantiva en el modelo policial que se defiende desde el Gobierno del Estado, desde el Gobierno de España y el Gobierno de Cataluña. Es obligado en este caso, y refiriéndome al primer punto, hacer referencia al contexto en el que se aprobó esta proposición de ley y compararlo con el contexto en el que nos encontramos actualmente. Hay que tener en cuenta, sobre todo, que han pasado dos años entremedio. Es más, como apuntaba el señor Pérez, esta iniciativa entra en el Parlamento de Cataluña el año 1999, por tanto, estaríamos hablando de seis años de diferencia a la hora de analizar el contenido de esta proposición de ley. Ayer el presidente del Congreso hacía alusión en una conferencia en Barcelona, que dio en Tribuna Barcelona, al tiempo parlamentario y lo difícil que es, a menudo, adaptarlo a las necesidades reales de los ciudadanos. Bien, el caso que nos ocupa esta tarde es paradigmático. Dos años después, o seis años, si hacemos referencia al momento en el que entra la iniciativa en el Parlamento de Cataluña, es complicado hacer la misma valoración, el mismo análisis o la misma aproximación al texto de la proposición de ley. En las circunstancias que se daban en el momento de aprobar esta proposición en el Parlamento de Cataluña, 5 de junio de 2003, tal y como apuntaba el señor Pérez también, hay un repliegue de Policía Nacional y de Guardia Civil, se pasa de 17.000 efectivos a 7.000 y paralelamente el despliegue de los Mossos d'Esquadra, que se tenía que ir dando, no se lleva a cabo en la misma medida, de manera que no alcanza a cubrir ni tan sólo el 30 por ciento de la población catalana, previendo la totalidad de su despliegue para el año 2011. Las circunstancias actuales son completamente distintas. Desde el punto de vista de efectivos policiales se han incrementado los agentes de la Policía Nacional, por un lado, y el despliegue de los Mossos d'Esquadra sí que se está llevando a buen puerto. Se está cubriendo ya más del 60 por ciento de la población y se prevé terminar este despliegue en Barcelona ciudad este mismo noviembre, en 2005, y en la totalidad en el 2008. También desde el punto de vista formal estamos frente a otras circunstancias, redactando un nuevo estatuto de autonomía en el que se hace una reflexión general sobre la distribución de competencias entre Estado y comunidades autónoma, y los que creemos en esta reforma, no como otras intervenciones que se han hecho en esta tribuna, no minusvaloramos este contexto, sí que creemos que es un contexto que cambia las circunstancias.
En segundo lugar, hay previsión de modificación de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, hay de hecho el compromiso, mediante el programa electoral del Partido Socialista y también el compromiso directo del presidente del Gobierno, que así lo anunció en su discurso de investidura el 15 de abril al señalar precisamente la necesidad de reforzar las competencias de las policías locales y una mayor coordinación de todas las estructuras policiales del país. Es en ese sentido, como decía, en el que el Ministerio del Interior trabaja ya en el texto de reforma de esta ley.
La proposición de ley que hoy se debate en esta Cámara responde, por tanto, a una motivación puramente política, de exigencia de encontrar soluciones para un tema al que no se le veía salida. Se valoró la urgencia de garantizar la seguridad de los ciudadanos de todas aquellas áreas donde los efectivos policiales iban desapareciendo y sin ser sustituidos por otros. En este caso se valoró que tenía que repensarse el papel de la policía local para cubrir el vacío que se estaba produciendo.
Con respecto al texto de la proposición de ley, no quiero entrar a fondo, ya lo he dicho. Apunto tan solo que jurídicamente no habría impedimento para sacar adelante esta propuesta, el artículo 104.2 de la Constitución permite llevar a cabo la modificación que se propone, ya que tan solo nos remite a la regulación de una ley orgánica sin poner más condicionamientos. Ahora bien, desde la misma oportunidad política por la que se valoró en su día a votar a favor esta proposición de ley en el Parlamento de Cataluña no podemos defender la toma en consideración de esta proposición de ley autonómica. Ha habido un cambio de circunstancias absoluto, desde el punto de vista material, debido, como decía, a las necesidades de seguridad de la ciudadanía, y también desde el punto de vista formal teniendo abierto un debate de fondo sobre la Ley Orgánica que nos ocupa. Estos cambios nos obligan a adaptarnos a ellos. La coherencia política, señor Guinart o señora Sánchez-Camacho, pasa por tener claros los objetivos a alcanzar en beneficio de la sociedad, en este caso la seguridad de la ciudadanía, y tener la capacidad de adaptarse a los cambios que nos ofrece la realidad. No se es más coherente defendiendo la misma posición siempre, sino que la coherencia pasa por saberse adaptar a las nuevas necesidades, lo otro es un simple anclaje en determinados posicionamientos, y si no pregunten a sus alcaldes qué es lo que harían en esta proposición de ley.
Ahora, como apuntaba al inicio de la intervención, lo que se hace necesario es pensar de manera global en el modelo de seguridad que el Gobierno quiere y para ello es preciso modificar la Ley Orgánica en sus. Será entonces, en la reflexión general sobre la modificación de la ley orgánica cuando hablemos del fondo. En cualquier caso parece claro que los Gobiernos de España y Cataluña comparten que hace falta modernizar y reforzar nuestro sistema de seguridad, el sistema policial español. Será vital en este sentido la cooperación en los ámbitos tanto operativos como de inteligencia de todos los cuerpos policiales, estatales, autonómicos y también municipales. Un buen ejemplo de esto es la reunión del Consejo de Política de Seguridad celebrada el pasado 28 de febrero.
Además, otra cuestión a tener en cuenta, y parece que algunos representantes de otros partidos políticos lo desconocen, es que en el ínterin se aprobó la Ley 57/2003, de 16 de diciembre, de medidas de modernización del Gobierno local, que apunta precisamente la reforma en la línea propuesta. En esta norma se prevé ya la potenciación de los Cuerpos de Policía Local en el mantenimiento de la seguridad ciudadana como policía de proximidad. Todo ello, como decía, se abordará con la reforma general de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que próximamente conoceremos en el Congreso. Esa es la manera de poner orden y coherencia a cualquier regulación.
Esta es una de las tres proposiciones de ley de Parlamento de Cataluña que propone modificar la Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, la segunda que vemos en el Pleno en este periodo de sesiones. En este caso el Parlamento autonómico nos propone la modificación del artículo 53 de dicha ley, que recoge las competencias de los entes locales, pretendiendo la ampliación de estas competencias municipales en su apartado g) y atribuyendo con carácter genérico funciones de prevención y evitación de actos delictivos y los imprescindibles para el mantenimiento del orden público y la seguridad ciudadana.
Voy a fundamentar mi exposición en tres elementos básicos, sin entrar, de todos modos, al debate de fondo de la propuesta, ya que seguramente será más adecuado plantearnos las líneas generales del modelo policial que el Grupo Socialista, al que represento, defenderá en el momento en que se aborde, de manera genérica a integral, y no parcial como hoy, este tema.
Por tanto, los elementos en los que fundamentaré mi intervención serán los siguientes, y seré muy breve. En primer lugar, la desaparición de la oportunidad política de esta iniciativa legislativa autonómica. En segundo lugar, la necesidad de abordar en un debate profundo y de mayor calado, la reforma completa de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, tal y como se está planteando en estos momentos ya el Ministerio del Interior. En tercer lugar, la coincidencia sustantiva en el modelo policial que se defiende desde el Gobierno del Estado, desde el Gobierno de España y el Gobierno de Cataluña. Es obligado en este caso, y refiriéndome al primer punto, hacer referencia al contexto en el que se aprobó esta proposición de ley y compararlo con el contexto en el que nos encontramos actualmente. Hay que tener en cuenta, sobre todo, que han pasado dos años entremedio. Es más, como apuntaba el señor Pérez, esta iniciativa entra en el Parlamento de Cataluña el año 1999, por tanto, estaríamos hablando de seis años de diferencia a la hora de analizar el contenido de esta proposición de ley. Ayer el presidente del Congreso hacía alusión en una conferencia en Barcelona, que dio en Tribuna Barcelona, al tiempo parlamentario y lo difícil que es, a menudo, adaptarlo a las necesidades reales de los ciudadanos. Bien, el caso que nos ocupa esta tarde es paradigmático. Dos años después, o seis años, si hacemos referencia al momento en el que entra la iniciativa en el Parlamento de Cataluña, es complicado hacer la misma valoración, el mismo análisis o la misma aproximación al texto de la proposición de ley. En las circunstancias que se daban en el momento de aprobar esta proposición en el Parlamento de Cataluña, 5 de junio de 2003, tal y como apuntaba el señor Pérez también, hay un repliegue de Policía Nacional y de Guardia Civil, se pasa de 17.000 efectivos a 7.000 y paralelamente el despliegue de los Mossos d'Esquadra, que se tenía que ir dando, no se lleva a cabo en la misma medida, de manera que no alcanza a cubrir ni tan sólo el 30 por ciento de la población catalana, previendo la totalidad de su despliegue para el año 2011. Las circunstancias actuales son completamente distintas. Desde el punto de vista de efectivos policiales se han incrementado los agentes de la Policía Nacional, por un lado, y el despliegue de los Mossos d'Esquadra sí que se está llevando a buen puerto. Se está cubriendo ya más del 60 por ciento de la población y se prevé terminar este despliegue en Barcelona ciudad este mismo noviembre, en 2005, y en la totalidad en el 2008. También desde el punto de vista formal estamos frente a otras circunstancias, redactando un nuevo estatuto de autonomía en el que se hace una reflexión general sobre la distribución de competencias entre Estado y comunidades autónoma, y los que creemos en esta reforma, no como otras intervenciones que se han hecho en esta tribuna, no minusvaloramos este contexto, sí que creemos que es un contexto que cambia las circunstancias.
En segundo lugar, hay previsión de modificación de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, hay de hecho el compromiso, mediante el programa electoral del Partido Socialista y también el compromiso directo del presidente del Gobierno, que así lo anunció en su discurso de investidura el 15 de abril al señalar precisamente la necesidad de reforzar las competencias de las policías locales y una mayor coordinación de todas las estructuras policiales del país. Es en ese sentido, como decía, en el que el Ministerio del Interior trabaja ya en el texto de reforma de esta ley.
La proposición de ley que hoy se debate en esta Cámara responde, por tanto, a una motivación puramente política, de exigencia de encontrar soluciones para un tema al que no se le veía salida. Se valoró la urgencia de garantizar la seguridad de los ciudadanos de todas aquellas áreas donde los efectivos policiales iban desapareciendo y sin ser sustituidos por otros. En este caso se valoró que tenía que repensarse el papel de la policía local para cubrir el vacío que se estaba produciendo.
Con respecto al texto de la proposición de ley, no quiero entrar a fondo, ya lo he dicho. Apunto tan solo que jurídicamente no habría impedimento para sacar adelante esta propuesta, el artículo 104.2 de la Constitución permite llevar a cabo la modificación que se propone, ya que tan solo nos remite a la regulación de una ley orgánica sin poner más condicionamientos. Ahora bien, desde la misma oportunidad política por la que se valoró en su día a votar a favor esta proposición de ley en el Parlamento de Cataluña no podemos defender la toma en consideración de esta proposición de ley autonómica. Ha habido un cambio de circunstancias absoluto, desde el punto de vista material, debido, como decía, a las necesidades de seguridad de la ciudadanía, y también desde el punto de vista formal teniendo abierto un debate de fondo sobre la Ley Orgánica que nos ocupa. Estos cambios nos obligan a adaptarnos a ellos. La coherencia política, señor Guinart o señora Sánchez-Camacho, pasa por tener claros los objetivos a alcanzar en beneficio de la sociedad, en este caso la seguridad de la ciudadanía, y tener la capacidad de adaptarse a los cambios que nos ofrece la realidad. No se es más coherente defendiendo la misma posición siempre, sino que la coherencia pasa por saberse adaptar a las nuevas necesidades, lo otro es un simple anclaje en determinados posicionamientos, y si no pregunten a sus alcaldes qué es lo que harían en esta proposición de ley.
Ahora, como apuntaba al inicio de la intervención, lo que se hace necesario es pensar de manera global en el modelo de seguridad que el Gobierno quiere y para ello es preciso modificar la Ley Orgánica en sus. Será entonces, en la reflexión general sobre la modificación de la ley orgánica cuando hablemos del fondo. En cualquier caso parece claro que los Gobiernos de España y Cataluña comparten que hace falta modernizar y reforzar nuestro sistema de seguridad, el sistema policial español. Será vital en este sentido la cooperación en los ámbitos tanto operativos como de inteligencia de todos los cuerpos policiales, estatales, autonómicos y también municipales. Un buen ejemplo de esto es la reunión del Consejo de Política de Seguridad celebrada el pasado 28 de febrero.
Además, otra cuestión a tener en cuenta, y parece que algunos representantes de otros partidos políticos lo desconocen, es que en el ínterin se aprobó la Ley 57/2003, de 16 de diciembre, de medidas de modernización del Gobierno local, que apunta precisamente la reforma en la línea propuesta. En esta norma se prevé ya la potenciación de los Cuerpos de Policía Local en el mantenimiento de la seguridad ciudadana como policía de proximidad. Todo ello, como decía, se abordará con la reforma general de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que próximamente conoceremos en el Congreso. Esa es la manera de poner orden y coherencia a cualquier regulación.
divendres, de març 04, 2005
Europa: el valor de la tenacitat
La immediatesa, la pressa permanent, la velocitat vertiginosa en què vivim s'ha estès a tots els àmbits. Ara la caducitat és la norma i la tenacitat sembla que ha deixat de ser un valor. A les escoles amb el mínim esforç n'hi ha prou per passar de curs, les notícies neixen i moren a cop de titulars incomplets, el cotxe, la rentadora o la televisió cal renovar-los sovint i fins i tot les parelles duren menys, però ja se sap, conquerir sempre ha estat més fàcil que mantenir.
Però jo volia parlar d'Europa i del sí de Catalunya i Espanya al Tractat constitucional, aquest Tractat resultat de la tenacitat d'anys, d'esforços de sumar i cedir i negociar, però sempre endavant perquè l'objectiu principal és, i ha de ser, mantenir aquesta Unió. Avui Europa és més forta que fa una setmana i optar per no mantenir-se ferm en l'avenç d'aquest procés complex és una mostra més de la llei del mínim esforç que se'ns menja. Avui, sent els primers ciutadans de la Unió que ens hem pronunciat per dir que volem més Europa, hem tingut la satisfacció d'injectar energia positiva a la resta d'Estats, a la resta de ciutadans europeus. Només cal veure la valoració que en fan els mitjans de comunicació dels països veïns per adonar-nos que el nostre Estat ha protagonitzat una de les decisions importants d'aquest nou segle. Vam arribar més tard que d'altres a aquesta Unió Europea, però ara som al capdavant en la seva construcció política. A la vegada, i més enllà d'enfortir Europa, el referèndum ha estat un èxit perquè la posició de l'Estat a Europa també s'ha vist enfortida. Com deia el president Maragall, qui no arrisca, no guanya, i el món serà dels atrevits. D'altres prefereixen continuar insistint en el fet de considerar la convocatòria del referèndum com una decisió precipitada i a la recerca d'interessos personals, i no s'adonen que el que més s'ha prioritzat justament ha estat l'interès general del país, en la mesura que se situa tot l'Estat en una millor posició. Però aquesta només és l'opinió pròpia dels que viuen submergits en la por: la por de canviar la Constitució, la por al consens per créixer amb un nou Estatut d'autonomia, la por (el pànic) que els porta a atacar l'Iraq; en definitiva, la por endèmica del que se sent insegur i combat a les palpentes aquesta inseguretat.
Sentir-se part de la història del continent des de Catalunya era el que havíem de sentir, de fet. Sempre s'ha dit que Catalunya era el motor d'Espanya; doncs bé, ara som també el motor d'Europa. No voldria escriure avui com a socialista, que ho sóc, sinó com a ciutadana europea. Un dels errors més grans que podem cometre en l'anàlisi dels resultats és l'intent de capitalitzar els vots emesos per part dels partits polítics. És veritat que els partits han estat les plataformes de la campanya, però la ratificació del text del Tractat pel qual s'estableix una Constitució per a Europa transcendeix clarament el partidisme, per això el triomf és de tots. Demostrar la maduresa democràtica i el compromís europeista del nostre país un cop més també ha estat un triomf de tots.
De tant en tant cal mirar-se les coses fugint de les visions petites, limitades, localistes, en definitiva. Hi ha moments que deixar-se de mirar el melic i deixar les lectures de consum intern és imprescindible i és el que ens permet créixer, primer com a ciutadans, com a individus, però també com a poble.
Per parlar de la dada estadística i percentual, que en tot cas és la més important tractant-se d'un referèndum en què el sí s'ha manifestat amb tanta claredat, voldria acabar referint-me a l'abstenció. Tothom hauria volgut una participació més alta, però el cert és que per primera vegada la ciutadania era cridada a votar un Tractat constitucional europeu i, per tant, establir comparacions sempre és difícil. Segons els experts en anàlisi electoral només es poden comparar els comicis de la mateixa naturalesa, és a dir, municipals, autonòmics, estatals i europeus per separat i mai entre ells, i per tant aquesta darrera convocatòria a les urnes no tindria paràmetre de comparació. En qualsevol cas, només alguna dada: la participació a Catalunya en les darreres eleccions al Parlament Europeu va ser unes dècimes més baixa; en les mateixes eleccions, als països de la Unió la participació va ser també molt baixa (Regne Unit 38,8%, Àustria 42,4% i França 42,8%), i en les darreres eleccions presidencials als EUA només el 59% dels ciutadans van exercir el dret al vot. Per últim, Suïssa, el paradigma de la democràcia participativa, que celebra referèndums de manera periòdica, mai no ha tingut una participació tan alta com el nostre 42% en cap d'aquests referèndums. Malgrat tot, per què negar-ho, hauríem volgut més participació, i si no ha estat així és clar que hem de reflexionar, hem de reflexionar tots.
La crítica en política forma part de la seva mateixa essència; superar-la, argumentar en contra de les objeccions o demostrar que no tenen fonament ens ajuda a millorar a tots. Però la crítica gratuïta, que només busca el desgast i l'enfrontament, forma part de les misèries d'aquest món. Ho sento per aquells que veien aquest referèndum com una oportunitat per desgastar el president Rodríguez Zapatero, que han obtingut just tot el contrari: l'enfortiment del govern, l'enfortiment de l'Estat dins d'Europa i l'enfortiment d'Europa al món.
Però jo volia parlar d'Europa i del sí de Catalunya i Espanya al Tractat constitucional, aquest Tractat resultat de la tenacitat d'anys, d'esforços de sumar i cedir i negociar, però sempre endavant perquè l'objectiu principal és, i ha de ser, mantenir aquesta Unió. Avui Europa és més forta que fa una setmana i optar per no mantenir-se ferm en l'avenç d'aquest procés complex és una mostra més de la llei del mínim esforç que se'ns menja. Avui, sent els primers ciutadans de la Unió que ens hem pronunciat per dir que volem més Europa, hem tingut la satisfacció d'injectar energia positiva a la resta d'Estats, a la resta de ciutadans europeus. Només cal veure la valoració que en fan els mitjans de comunicació dels països veïns per adonar-nos que el nostre Estat ha protagonitzat una de les decisions importants d'aquest nou segle. Vam arribar més tard que d'altres a aquesta Unió Europea, però ara som al capdavant en la seva construcció política. A la vegada, i més enllà d'enfortir Europa, el referèndum ha estat un èxit perquè la posició de l'Estat a Europa també s'ha vist enfortida. Com deia el president Maragall, qui no arrisca, no guanya, i el món serà dels atrevits. D'altres prefereixen continuar insistint en el fet de considerar la convocatòria del referèndum com una decisió precipitada i a la recerca d'interessos personals, i no s'adonen que el que més s'ha prioritzat justament ha estat l'interès general del país, en la mesura que se situa tot l'Estat en una millor posició. Però aquesta només és l'opinió pròpia dels que viuen submergits en la por: la por de canviar la Constitució, la por al consens per créixer amb un nou Estatut d'autonomia, la por (el pànic) que els porta a atacar l'Iraq; en definitiva, la por endèmica del que se sent insegur i combat a les palpentes aquesta inseguretat.
Sentir-se part de la història del continent des de Catalunya era el que havíem de sentir, de fet. Sempre s'ha dit que Catalunya era el motor d'Espanya; doncs bé, ara som també el motor d'Europa. No voldria escriure avui com a socialista, que ho sóc, sinó com a ciutadana europea. Un dels errors més grans que podem cometre en l'anàlisi dels resultats és l'intent de capitalitzar els vots emesos per part dels partits polítics. És veritat que els partits han estat les plataformes de la campanya, però la ratificació del text del Tractat pel qual s'estableix una Constitució per a Europa transcendeix clarament el partidisme, per això el triomf és de tots. Demostrar la maduresa democràtica i el compromís europeista del nostre país un cop més també ha estat un triomf de tots.
De tant en tant cal mirar-se les coses fugint de les visions petites, limitades, localistes, en definitiva. Hi ha moments que deixar-se de mirar el melic i deixar les lectures de consum intern és imprescindible i és el que ens permet créixer, primer com a ciutadans, com a individus, però també com a poble.
Per parlar de la dada estadística i percentual, que en tot cas és la més important tractant-se d'un referèndum en què el sí s'ha manifestat amb tanta claredat, voldria acabar referint-me a l'abstenció. Tothom hauria volgut una participació més alta, però el cert és que per primera vegada la ciutadania era cridada a votar un Tractat constitucional europeu i, per tant, establir comparacions sempre és difícil. Segons els experts en anàlisi electoral només es poden comparar els comicis de la mateixa naturalesa, és a dir, municipals, autonòmics, estatals i europeus per separat i mai entre ells, i per tant aquesta darrera convocatòria a les urnes no tindria paràmetre de comparació. En qualsevol cas, només alguna dada: la participació a Catalunya en les darreres eleccions al Parlament Europeu va ser unes dècimes més baixa; en les mateixes eleccions, als països de la Unió la participació va ser també molt baixa (Regne Unit 38,8%, Àustria 42,4% i França 42,8%), i en les darreres eleccions presidencials als EUA només el 59% dels ciutadans van exercir el dret al vot. Per últim, Suïssa, el paradigma de la democràcia participativa, que celebra referèndums de manera periòdica, mai no ha tingut una participació tan alta com el nostre 42% en cap d'aquests referèndums. Malgrat tot, per què negar-ho, hauríem volgut més participació, i si no ha estat així és clar que hem de reflexionar, hem de reflexionar tots.
La crítica en política forma part de la seva mateixa essència; superar-la, argumentar en contra de les objeccions o demostrar que no tenen fonament ens ajuda a millorar a tots. Però la crítica gratuïta, que només busca el desgast i l'enfrontament, forma part de les misèries d'aquest món. Ho sento per aquells que veien aquest referèndum com una oportunitat per desgastar el president Rodríguez Zapatero, que han obtingut just tot el contrari: l'enfortiment del govern, l'enfortiment de l'Estat dins d'Europa i l'enfortiment d'Europa al món.
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